Paneo analítico de las corrientes teóricas más importantes en el debate sobre la noción de sectores populares.

Resumen ejecutivo

  • La discusión sobre la noción de sectores populares en Argentina puede rastrearse tempranamente en los trabajos críticos de Gino Germani sobre el peronismo y su relación con “las masas”. Posteriormente, los trabajos académicos que frontalmente han discutido el concepto pueden categorizarse en tres grandes grupos y en función de su relación con el concepto de clase social de la literatura gramsciana.
  • Un primer grupo de trabajos retoma, con distintos grados de profundidad, una noción más economicista en que la pertenencia a los sectores sociales está definida por el trabajo y el ingreso. En este grupo, se pueden incluir los trabajos de economistas y otros científicos sociales, que hacen un uso accesorio del concepto: no lo discuten, pero se refieren al mismo para estudiar aspectos específicos como el impacto de políticas públicas o el aumento de la inequidad.
  • Un segundo grupo puede ser denominado de vertiente marxista crítica, ya que retoman frontalmente la perspectiva de Hobsbawn y Thompson, e incluyen elementos de los estudios culturales. Los mayores exponentes de esta vertiente trabajaron fuertemente en la década de los 1980 en el Programa de Estudios de Historia Económica y Social de Argentina (PEHESA) y su preocupación principal fue el estudio de la cultura popular de lo años 1920-1930 para entender el auge del peronismo. Para ellos, las clases populares deben ser definidas más allá de lo económico para dar también cabida a sus aspectos culturales. De acuerdo a varios autores que analizan los estudios sobre clases populares en perspectiva, esta vertiente impacta ciertos estudios más cercanos a nuestras fechas.
  • Finalmente, otro conjunto de estudios puede englobarse como una corriente de subalternidad latinoamericanista. Para ellos, los sectores populares están fuera de la relación hegemónica tradicional que trabaja el marxismo clásico y sus derivaciones críticas. De tal forma, consideran que se debe desplazar la mirada del actor colectivo (clase social) hacia tramas sociales cotidianas que hacen posible las organizaciones populares y sus acciones de lucha. En este segmento no hay una intención de definición conceptual sino de descripción y caracterización detallada, propia del uso de la etnografía.
  • Los centros de estudios y tanques de pensamiento de corte conservador-liberal, no hay problematizado el concepto de clases populares, sino que su perspectiva sigue siendo la de la pobreza en términos estrictamente materiales, y sus principales análisis se concentran en las dimensiones de empleo e ingresos.

El interés por las clases populares argentinas puede rastrearse a los trabajos estructuralistas de Gino Germani de la década de 1950 desde una posición críticas a la incidencia del peronismo en la sociedad de masas. Sobre los trabajos más cercanos a nuestra época, existen un par de textos (Roldán 2008, Vitola 2016, D’Amico & Pinedo 2015) que discuten el recorrido del concepto de clases populares en Argentina. De los mismos y de una revisión no exhaustiva de varios trabajos que utilizan el concepto (y sus variaciones) se puede apreciar que el punto de arranque es la discusión de la noción de clase social que se encuentra en los textos marxistas clásicos, notablemente, la aproximación gramsciana. Los textos hablan de dos grandes tradiciones que retoman y critican la dicotomía tradicional de la noción de clases sociales: el marxismo crítico de los historiadores del Programa de Estudios de Historia Económica y Social de Argentina (PEHESA) y, por otro lado, la corriente de la subalternidad. De la revisión de otros textos, no obstante, una visión centrada en la dimensión económica de clase persiste. Por ello, aunque no es explícito en muchos casos, es conveniente incluir una corriente más fiel a la idea de clase económica en una suerte de neo-marxismo más tradicional.

Corriente neo-marxista clásica: los sectores populares definidos por el trabajo

Existen un sinnúmero de trabajos donde, de alguna forma se aborda, la categoría de los sectores populares argentinos. En buena medida, los trabajos de corte económico identifican lo popular con las clases económicas menos pudientes, a veces, circunscritas a determinados territorios. Muchos de estos trabajos no entran en una discusión conceptual, pero por conveniencias podríamos ubicarlos en un primer grupo de estudios que podríamos denominar de corte neo-marxista y que remiten a la dicotomía clásica entre una clase propietaria de los medios de producción y una clase trabajadora que, en clave más contemporánea, no se circunscribe únicamente a la clase obrera y que engloba también ciertos trabajadores informales, precarizados e incluso personas que desarrollan actividades de cuidado. En estos trabajos, la definición de sector social se define en función del trabajo y muchas veces, del ingreso bajo.

Dentro de esta categorización, también hay quienes abordar la discusión conceptual de manera frontal y claramente definen lo popular desde una dimensión económica y muy enfocada en el mundo del trabajo. En los textos de Pablo Dalle (2017) o Rodolfo Elbert (2015, 2016), por ejemplo, vemos un afán de ubicar lo popular más allá de la problemática obrera hacia un sector más amplio de trabajadores en situación precaria. Dalle concluye que lo popular se encuentra en el paso “de la fábrica al barrio”. Busca ver más allá de lo obrero, pero sin alejarse de la dimensión económica de la definición. Si bien Dalle no desconoce que existen aspectos políticos y culturales que definen a los sectores populares, hace una apuesta por centrarse en la dimensión ocupacional.

¿Cómo aborda la derecha el concepto de clases populares?

Varios observatorios y think tanks, algunos ligados o cercanos a la derecha política, no remiten directamente a categorías como la de sectores o clases populares. No obstante, hablan de pobreza y discuten los problemas del mercado de trabajo. Trabajan desde una visión de sectores pobres y calidad del empleo a través del procesamiento de datos generados por fuentes del INDEC como la encuesta permanente de hogares (EPH) y datos del sistema integrado previsional (SIPA). Ejemplo de estas instituciones son el CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) y el Observatorio de la deuda social argentina (de la Pontificia Universidad Católica Argentina – UCA). Trabajos relevantes producidos por este observatorio para los años 2020-21 y donde se abordan las temáticas de pobreza y mercado laboral son:

  • “Barómetro de la Deuda social argentina”.
  • “Un rostro detrás de cada número. Radiografía de la pobreza en Argentina”.
  • “Violencia doméstica hacia las mujeres en contexto de pandemia por COVID-19”.
  • “Informe Final: Efectos de la pandemia COVID-19 sobre la dinámica del bienestar en la Argentina Urbana”.
  • “Segundo Informe sobre la Tarjeta Alimentar”.
  • “Efectos sociales del escenario COVID-19”.
  • “Desigualdades en tiempos de pandemia (año 2020)”.

Los trabajos de estas entidades y de algunos generadores de opinión, como Alejandro Katz, tienen espacios privilegiados en los tradicionales medios de comunicación argentinos en las discusiones sobre pobreza y trabajo. Con la limitación que implica un trabajo no exhaustivo, esta revisión sugiere que en los espacios de producción intelectual y académica cercanos o ligados a los sectores conservadores del país, no ha existido una intención de discutir o utilizar la noción de clases o sectores populares, como si hallamos en otros autores y literaturas.

Corriente marxista crítica

Grupo de historiadores muy activos en la década de 1980 que retoman la perspectiva marxista crítica de Hobsbawn y Thompson y hacen referencia a los estudios culturales. Formaron parte del llamado Programa de Estudios de Historia Económica y Social de Argentina (PEHESA). Su preocupación principal fue el estudio de la cultura popular de lo años 1920-1930 para, a través de ello, entender el auge del peronismo posterior a los aportes de Gino Germani elaborados décadas atrás. Para los investigadores del PEHESA, las organizaciones sociales son clave en tanto que espacios en los que se objetivan experiencias sociales de los sectores populares y, por tanto, donde se traducen sus identidades (que van más allá del ámbito económico). Para ellos, la identidad popular iba mucho más allá de lo obrero y se refieren explícitamente al enfoque marxista crítico de Edward Thompson). A los estudios de la cultura (Bourdieu, Williams 2000) les deben su forma de entender que los sectores populares llegan a aceptar e introyectar los valores y prácticas culturales de las clases económicas dominantes, pero también estos valores y prácticas dan cuenta de que lo resisten.

Los exponentes clásicos de esta corriente que destacan son: Leandro Gutiérrez, Luis Alberto Romero, Hilda Sábato, Ricardo González y Beatriz Sarlo. Vitola (2016) manifiesta que esta corriente trabajó sobre todo sobre el auge del peronismo, pero su manera de entender a los sectores populares tiene vigencia aún y existen trabajos que retoman la lectura del PEHESA.

Romero y Gutiérrez (1986) cuestionaron la noción de pasividad que Germani atribuía a las masas que consideraba prestas para ser manipuladas por Perón. Para ellos, las clases populares deben ser definidas más allá de lo económico para dar también cabida a los aspectos culturales que les definen. Por esta razón, abordaron varios aspectos sobre las condiciones de vida de los sectores populares, sus viviendas, su participación política, la vida en el barrio, las bibliotecas y la literatura popular, las sociedades de fomento, el mundo del trabajo, las representaciones de la vida cotidiana, la cultura política y la cultura católica. Estos autores señalaron que la identidad trabajadora y contestataria de principios de siglo dio paso a una identidad popular, conformista y reformista en la época del peronismo. Para ellos, los nuevos barrios de la periferia eran mucho más heterogéneos que los barrios obreros de principios de siglo y eran habitados por personas de condiciones sociales diversas, donde se podían percibir procesos de movilidad social y donde estas personas reflejaban una importante esperanza en los valores democráticos. En este último aspecto, los autores de esta corriente muestran su postura crítica al peronismo y trataron de posicionar que en lo popular existía una añoranza de los valores democráticos anteriores. Vitola (2016) resume la forma en que esta corriente, retomando críticamente los postulados del marxismo gramsciano, caracterizó a los sectores populares de la época de entre-guerras en su relación con el peronismo:

« (…) si bien sostienen que son muchos, y distintos, los grupos que componen a los sectores populares, mantienen la idea de una contradicción económica fundamental, que determina la experiencia social de los sujetos. Este es un rasgo contrahegemónico de su pensamiento, que es enriquecido a través de sus contribuciones académicas centradas en la experiencia barrial de los sectores populares. Por otro lado, desdeñan la organización política, herramienta insoslayable a la hora de pensar la conformación de una consciencia social contrahegemónica de estos sectores. Desarrollan una posición maniquea donde lo pequeño es hermoso frente a la corruptora manipulación que implicarían las grandes organizaciones políticas».

Corriente de la subalternidad (latinoamericanista)

Esta corriente tiene su inspiración en el pensamiento subalterno originario de la India. Critican la noción de clase social dicotómica del marxismo y hablan de sectores populares como aquellos que están fuera de esta la relación hegemónica tradicional. Por ello hablan de sectores subalternos. Esto permite englobar un grupo más amplio que el que podría estar definido por una clase obrera. Por otro lado, son críticos de los estudios sobre clases sociales que toma como unidad de análisis las organizaciones y sus líderes en los que D’Amico & Pinedo (2015) llaman un “desplazamiento desde la mirada del actor colectivo hacia las tramas sociales” o “de la identidad colectiva a las diversas lógicas de sentido que se articulan en el andar cotidiano de las personas que han hecho posible la existencia de las organizaciones populares y sus acciones de lucha”.

No obstante, no hay en este segmento una intención de definición conceptual sino de descripción y caracterización detallada, propia del uso de la etnografía como manera de aproximarse a la problemática de los sectores populares. Desde este giro no solo epistemológico sino metodológico, estos trabajos se dedicaron a hace estudios a profundidad de territorios específicos para mostrar el complejo entramado de relaciones sociales desde la voz de los propios sujetos. En Argentina, a inicios del nuevo milenio, en esta corriente aparecieron estudios sobre villas miseria y barrios populares que se conformaron en el marco de la avanzada neoliberal. No hay en estos trabajos una definición de lo que son los sectores populares, pero sí descripciones de los múltiples actores colectivos que las componen en lugares y tiempos determinados, sus relaciones recíprocas y como estas se establecen dependiendo de cada situación. No obstante, D’Amico & Pinedo (2015) destacan que estos trabajos dan una importante centralidad a las políticas y planes sociales y las forma en que las tramas de actores de los sectores populares organizan su vida, su organización y su relación con los actores estatales alrededor de las mismas.

Exponentes importantes de esta corriente son los trabajos sociológicos y antropológicos de Javier Auyero, Ezequiel Adamovsky, Denis Merklen, Virginia Manzano, Alejandro Grimson y Marcela Cerruti. A diferencia de los neo-marxistas, estos trabajos hacen énfasis en describir y entender otras dimensiones del mundo de lo popular. Esto hace difícil la tarea de resumir sus hallazgos y aspectos en común. No obstante, algunos factores característicos de la corriente se pueden destacar de varios de estos autores. El amplio trabajo de Auyero (más de 20 años) no es fácil de resumir, pero podría destacarse que se ha centrado de manera importante en investigar las consecuencias del neoliberalismo en la marginalidad urbana. Adamovsky (2012), manifiesta que las clases populares, a pesar de su fragmentación y heterogeneidad (obreros, peones, chacareros, inmigrantes discriminados y pueblos originarios) comparten una situación común de subalternidad que se expresa en la vida cotidiana, el trabajo, las ideologías y sus formas de organización y lucha. Merklen (2005) insiste en la desafiliación de los sectores populares del mundo laboral formal y de los beneficios sociales que esto implica. Para él, el refugio de estos actores es el barrio donde se definen nuevas relaciones con lo político y con lo estatal. Ahí aparecen varios repertorios de lucha que incluyen los asentamientos, saqueos, piquetes, etc. Así mismo, Manzano (i.e. 2006) estudia la organización de vecinos empobrecidos y sus prácticas formales e informales para obtener bienes y servicios públicos.

Bibliografía referida

Adamovsky, E. (2012). Historia de las clases populares en la Argentina: desde 1880 hasta 2003. Sudamericana.

Dalle, P. (2017). Clases populares en Argentina: cambios recientes en su composición ocupacional (1998-2015). Encrucijadas.

D’Amico, M. , & Pinedo, J. (2015). «La investigación sobre clases populares, acción colectiva y proceso político en la Argentina: De la configuración de dos matrices de análisis a la incorporación de nuevos desafíos». Intersticios, 9(2), 163-179.

Elbert, R. (2015). «Informalidad en la estructura de clases de Argentina: ¿Es el proletariado informal una nueva clase social?», Pilquen, 18: 50-65.

Elbert, R. (2016). “Uniendo lo que el capital divide: Fragmentación y solidaridad entre la fábrica y el barrio”, pp. 287-316 en El gigante fragmentado. Sindicatos, trabajadores y política durante el kirchnerismo, coordinado por P. Varel. Buenos Aires: Final Abierto.

Manzano, V. (2006). «Formación de dirigentes, jerarquía y disciplina en organizaciones de desocupados del Gran Buenos Aires: un enfoque antropológico de los movimientos sociales». Avá, (9), 77-92.

Merklen, D. (2005). «Dossier II: Sobre la base territorial la movilización popular y sobre sus huellas en la acción». Laboratorio: revista de estudios sobre cambio estructural y desigualdad social, (16), 46-53.

Roldan, D. (2008). «La Formación de los sectores populares urbanos en la historiografía argentina. Una mirada sobre el núcleo». Signos Históricos, Nº20

Vitola, V. A. (2016). «El uso del concepto de Sectores Populares en las ciencias sociales». Conflicto Social, 9(15), 158-187.

Wilkis, A. (2014). «Sociología del crédito y economía de las clases populares». Revista mexicana de sociología, 76(2), 225-252.

Williams, R. (2000) [1977]. Marxismo y literatura. Barcelona: Península.

Andrés Chiriboga

Sociólogo por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Máster en Sociología Económica por la London School of Economics and Political Science (LSE) y máster en Finanzas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (TEC de Monterrey). Actualmente es investigador doctoral en Sociología Económica en el Max Planck…