La economía de Chile no fue ajena al golpe recibido por las economías de la región ante el aumento de la tasa de interés de EE. UU. A pesar del fuerte espaldarazo que brindó el aumento del precio del cobre (22% interanual a junio) el tipo de cambio se devaluó un 17% entre los picos más altos y más bajos del año, mientras el año anterior se había apreciado un 9%.
Esta devaluación se dio también pese al ingreso neto por inversión extranjera más alto desde 2003 (USD 8.475), que ocurrió el primer cuatrimestre del año, y explica la tendencia a la baja del tipo de cambio hasta abril que se observa en el gráfico N° 1.
El impacto de la devaluación sobre los precios fue limitado pero suficiente como para superar la meta del 3% marcada por el Banco Central de Chile. En este sentido, en octubre se decidió aumentar 0,25% las tasas de interés de referencia que se mantenía a la baja desde 2015.
Pese al repunte del crecimiento que se espera para este y los próximos tres años frente a la desaceleración que sufre la economía chilena desde 2013, los indicadores de actividad de septiembre del Instituto Nacional de Estadística (INE) marcan que la producción industrial y la manufactura cayeron 3,2% y 5,4%, respectivamente[1].
La desaceleración mencionada viene impactando en el empleo. La tasa de desocupación se encuentra en aumento desde diciembre de 2016, hasta alcanzar 7,1% en septiembre del corriente año. Al mismo tiempo, el índice real de remuneraciones, como puede verse a continuación, presenta una tendencia descendente desde inicios de 2018, evidenciando un rezago entre el crecimiento esperado y el impacto en el mercado laboral.
La reforma de las AFP
La desaceleración del crecimiento económico, y la evolución de las tasas de interés de los Estados Unidos y su impacto en las economías latinoamericanas, fueron el centro de atención económica desde mayo a esta parte. Sin embargo en Chile, el tema que viene siendo parte del top ten desde hace varios años es la necesidad imperativa de una reforma previsional.
Tras la última movilización, reprimida desde el inicio por las fuerzas de seguridad del Gobierno nacional, Sebastián Piñera presentó el último domingo una propuesta de reforma asumiendo el problema que las calles vienen gritando. Más de la mitad de los jubilados en Chile no llegan a cubrir sus necesidades básicas con la jubilación que reciben, y de esta mitad, el 62% son mujeres que no han accedido al mercado laboral por llevar adelante el trabajo en el ámbito del hogar.
La propuesta de Piñera consiste en elevar un 4% los aportes patronales para la jubilación; estos podrán sumarse a la AFP donde poseen el resto del aporte o elegir otra institución. Se ampliará un 40%, gradualmente, el aporte estatal al pilar solidario y se ampliará 5 años la carrera militar que hoy cuenta con una estructura de pensiones por fuera del sistema de capitalización y dependiente del Estado. También se otorgarán una serie de beneficios para quienes más hayan cotizado y para aquéllos que extiendan su edad de jubilación.
La reforma, en pleno proceso de discusión, posee recios opositores que pregonan la caída del empleo en 60 mil puestos laborales. También hay sectores que la apoyan y aplauden como una gran solución, sectores que están dispuestos a discutir con la propuesta como base y otros sectores que la reconocen insuficiente desde el inicio.
¿Cuáles son los puntos fuertes y los puntos débiles de la propuesta? Entre los primeros podemos encontrar el aumento del aporte, que se traducirá en un aumento en las pensiones y la permanencia y fortalecimiento del pilar solidario creado por Michele Bachelet. Se aportará un adicional a aquellas pensiones con mayores cotizaciones y a mujeres. Pero dentro de los puntos débiles, la reforma mantiene las bases de un sistema que no ofrece seguridad social.
La propuesta no modifica el régimen de capitalización. Su diversificación, en caso que sea la elección del beneficiario, generará nuevas comisiones a pagar a las nuevas entidades. Los aumentos estipulados en la cotización serán graduales y se completaran en 9 años. Los beneficios que se otorgarán, según la exsubsecretaria de Previsión Social, no alcanzarán las expectativas de la población.
Pero el punto más débil es que sigue sin garantizar una tasa de reemplazo, es decir, no se comprometen a garantizar un porcentaje del salario como pensión.
En conclusión, Chile, a pesar de contar con un fuerte viento a favor que mantiene la economía estable y creciente, no reduce el desempleo ni aumenta los salarios. Estas condiciones, ante una sociedad envejecida y con un sistema de pensiones que, en vez de asegurar un ingreso en la vejez sigue apostando a la timba financiera su jubilación, potencian un aumento de la desigualdad y la pobreza.
[1] http://www.ine.cl/estadisticas/economicas/manufactura?categoria=%C3%8Dndice%20de%20Produccón%C3%B3n%20Manufacturera%20-%20IPMAN