- Lula Da Silva hace meses que está tejiendo acuerdos y alianzas con diversas fuerzas políticas para asegurar tanto la victoria electoral en las presidenciales (a ser posible en una primera vuelta, el 2 de octubre de este año), como la gobernabilidad del país que vendría después. Para ganar en primera vuelta se necesita una mayoría absoluta de votos, sin contar blancos y nulos.
- Según los últimos sondeos de marzo, Lula aparece como el claro favorito en un primer turno. Para Poder Data, el 40 % de la ciudadanía lo votaría, Quaest/Genial le da 44 %, y XP/Ipespe 43 %.
- Jair Bolsonaro, quien aspira a la reelección, queda en un segundo lugar: Poder Data le otorga un 30 %, Quaest/Genial un 26 %, y XP/Ipespe un 28 %. Muy lejos (menos del 7%) quedan los demás candidatos (ver la tabla al final del documento).
- La génesis de la nueva costura política de Lula ‒quien se mostró dispuesto al diálogo con cualquier fuerza democrática brasileña tras su retorno a la arena política‒ se dio en mayo de 2021, cuando Lula se reunió con Fernando Henrique Cardoso, líder histórico del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), y rival del Partido de los Trabajadores (PT) desde 1980.
- Tras meses de negociaciones, fundamentadas en la necesidad de dialogar y consensuar para derrotar electoralmente a Jair Bolsonaro y reconstruir un Brasil desbarrancado por las políticas neoliberales y las consecuencias de la desatención gubernamental de la pandemia, todo parece indicar que la fórmula vicepresidencial de Lula será Geraldo Alckmin.
- Alckmin tiene 69 años, es médico y político orientado a la centroderecha que fue gobernador del Estado de San Pablo, por el PSDB. Dejó esa sigla el pasado diciembre porque en la consulta interna del partido ganó el actual alcalde de San Pablo, Joao Doria, cuya imagen ciudadana está por el suelo. Así, Alckmin se afiliaría próximamente al Partido Socialista de Brasil (PSB), que votó a favor del impeachment pero mantiene un perfil público antibolsonarista. Fernando Haddad, PT, que iría de candidato a gobernador en San Pablo, ha sido uno de los principales articuladores con el PSB.
- Justamente el PSB, el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y el Partido Verde (PV) son las siglas que estarían negociando con el PT el armado de una coalición progresista. PSOL (Guilherme Boulos) y REDE (Marina Silva), también progresistas, por el momento no han manifestado intención de unirse a la primera y podrían conformar una coalición propia. Del lado de la centroderecha, el Movimiento Democrático Brasileño (MDB, Michel Temer) se juntaría al Unión Brasil, y el PSDB con Cidadania.
- Es la primera vez que la Justicia electoral autoriza este tipo de coaliciones o federaciones partidarias. También autorizó la figura de la fusión partidaria, permitiendo a los partidos fusionar sus siglas en una nueva, por única vez y con una duración de 4 años. Sólo se ha registrado una: DEM y Partido Social Liberal (el partido que llevó a Bolsonaro a las pasadas elecciones), de derecha, llamada Unión Brasil.
- La fecha límite para cerrar los frentes partidarios es el 31 de mayo (aunque ya fue prorrogada una vez y podría volver a hacerse), y las candidaturas tienen hasta el 15 de agosto para registrarse.
- Además de los acuerdos partidarios, el PT busca acordar con los movimientos sociales y campesinos el apoyo a una fórmula compartida con una figura y con un partido que fueron expectantes cómplices del golpe de Estado a Dilma Rousseff. Al respecto, Lula ha señalado en una reciente entrevista que se debe hablar con todos los espacios democráticos, e incluso con los parlamentarios que votaron su destitución “porque lo votó el 99 % de la clase política”, y que el Congreso no es el que él quiere, “sino el que eligió la sociedad”.
- En este sentido, los sectores más de izquierda o de base popular son un tanto reacios a apoyar sin condiciones una fórmula compleja, aunque hay guiños al Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST, de Boulos) y el Movimiento Sin Tierra. La pedagogía que deberá hacer el expresidente Lula respecto de su voluntad de ganar las elecciones para remontar un país completamente diferente al de 2014 deberá ser constante.
- Otro aspecto destacado del panorama electoral es que la “tercera vía”, la esperanza del establishment no bolsonarista ni petista, interno y externo, se ha desinflado. Sergio Moro (el juez que encarceló a Lula y fue ministro de Bolsonaro) admitió que lo mejor sería unificar a las candidaturas de la tercera vía. En ese sentido, podría haber una composición Moro, Doria y Simone Tebet (MDB), pero los intereses partidarios de cada uno lo frenan. Ciro Gomes (PDT) difícilmente se sume a un bloque de “tercera vía”; es el que más intenciones tiene (alrededor del 6 %, aunque viene bajando).
- Bolsonaro ha detenido su caída en la intención de voto y ha comenzado a remontar. Aunque por el momento la brecha con Lula es de más de diez puntos porcentuales, algunos dudan por el momento de una contundente victoria en primera vuelta del líder del PT. En tal sentido, serán cruciales los apoyos de las coaliciones y siglas en un eventual segundo turno electoral (Fernando Cardoso dejó entrever que lo haría por Lula).
- Entre las razones del ascenso de Bolsonaro se encuentran: i) una importante ayuda social muy masiva, llamada Auxilio Brasil, de 400 reales para 18 millones de familias (en sustitución de Bolsa Familia, cuyo valor medio era de 192 reales); ii) una relativa tranquilidad en el panorama pandémico y la bajada de tono del presidente respecto de su negacionismo; y iii) la utilización de la capacidad estatal por parte de Bolsonaro y su círculo íntimo para tejer alianzas a nivel local y regional (como hizo entre la pasada primera y segunda vuelta).