Aunque en Chile algunos busquen dilatar el proceso de cambio constituyente, las fuerzas populares continúan pujando por una verdadera democracia.

Ayer miércoles se aprobaba en el Pleno del Congreso de Chile la iniciativa legislativa que tiene como objetivo retrasar la celebración de las elecciones del próximo día 11 de abril a alcaldías, gobernaciones y la elección de los miembros de la Convención Constituyente, al mes de mayo. Concretamente, el proyecto de ley corre la elección al 15 y 16 de mayo, la segunda vuelta de elecciones de gobernadores para el 4 de julio, además de la ampliación del mandato de alcaldes hasta el 28 de junio. Las campañas electorales se suspenderían hasta el 29 de abril, para culminar el 13 de mayo.

No es la primera vez que ocurre algo parecido. En octubre de 2019 Chile sorprendió al mundo plantando cara a las políticas neoliberales con una ola de movilizaciones, paros y marchas, a pesar de la terrible violencia con la que respondían las fuerzas y cuerpos de seguridad, en un país donde los ecos de la dictadura aún son palpables.

Esta fuerza colectiva, inundó de esperanza un país que quería despojarse del pasado, de una Constitución vieja, no ya solo ilegítima, aprobada en plena dictadura militar[1], sino que no refleja al Chile actual, a la pluralidad de realidades, ilusiones, de naciones, de esperanzas o de cosmovisiones. Un futuro plural, justo y equitativo quería abrirse paso.

Así, esta fuerza movilizada, logra empujar el inicio, por primera vez en su historia, de un proceso constituyente, fijándose para el 26 de abril del pasado año, la celebración de un plebiscito donde el pueblo chileno se pronunciase acerca del deseo de aprobar una nueva Constitución.

Este plebiscito tuvo que posponerse casi medio año, al 25 de octubre, una vez irrumpe la pandemia y la emergencia sanitaria mundial. Éste sería otro reto más al que debía enfrentarse estas fuerzas del cambio, podría correr el riesgo de que la ilusión decayese, tras un retraso de medio año en la puesta en marcha del proceso constituyente.

Llegó octubre, y la respuesta popular fue abrumadora, el “Apruebo” ganó por 5.885.721 votos (78,27 %) frente a 1.633.932 votos (21,73 %) del “Rechazo”, y la ilusión volvió a desbordarse, con estos resultados.

No obstante, éste era el primer paso de un largo proceso, que tenía su segundo acto el 11 de abril, con la elección de los miembros de la ya Convención Constituyente paritaria[2], ya que el pueblo chileno se pronunció por abrumadora mayoría[3] en pro de una asamblea donde todos sus miembros fueran elegido ex novo, dando un sonoro portazo al intento del poder constituido por rebajar las aspiraciones de cambio, inventando una suerte de “asamblea Frankenstein” (Convención Mixta), donde la mitad de los miembros provinieran del poder legislativo actual.

Este segundo acto, corre el peligro de suspenderse de nuevo, y volver a aplazarse el proceso constituyente, exactamente como ocurrió el pasado año, debido a la emergencia sanitaria; así, como veíamos al inicio, la iniciativa legislativa que retrasa al mes de mayo de la celebración de estas elecciones se vota primero en el Pleno del Congreso, para a continuación votarse en el Senado, necesitando en ambos supuestos alcanzar una mayoría cualificada de 2/3, ya que todo el proceso constituyente se incluyó como un Título más de la actual Constitución, y cualquier cambio en él debe tramitarse como una reforma constitucional. Superado el trámite en el Congreso, el cambio de fecha está en las manos de los senadores y senadoras.

Ya advertimos en otros momentos, que esta regulación tan exhaustiva suponía una perversión de la propia naturaleza de los textos constituyentes, así como también advertíamos de que se creaba un precedente peligroso al tener la tentación de seguir “monitoreando” el proceso constituyente desde la Asamblea Legislativa, pudiendo introducir desde una asamblea con una legitimación “antigua”, cambios sobre la marcha del proceso constituyente una vez elegida la Convención Constituyente[4].

Para cualquier movilización, un retraso en los plazos, en la posibilidad del cambio, podría ser desalentador, pero la fuerza del cambio en Chile es imparable.

La encuesta recientemente realizada por CELAG en Chile, demuestra que la ilusión por la posibilidad de cambio, de dejar atrás al viejo Chile sigue intacta[5], desde las movilizaciones de octubre, el pueblo chileno está ávido de participar y fraguar esa nueva institucionalidad que recoja, cuide y refleje la nueva realidad chilena plurinacional[6], pluricultural y esperanzada en conseguir una sociedad más justa.

Más allá de la emergencia sanitaria, si las fuerzas que obedecen a la vieja institucionalidad esperan que este nuevo retraso pueda apagar la llama del cambio en Chile, está muy equivocado, un futuro Chile, un futuro país, está naciendo, y nada ni nadie podrá impedirlo.

 

 

 

[1] El 8 de agosto de 1980.

[2] La nueva Constitución chilena será la primera en el mundo que sea redactada por una asamblea constituyente paritaria.

[3] Un 78,95 %, apostó por una Convención Constitucional, frente a una Convención Mixta.

[4] https://www.celag.org/desafios-del-proceso-constituyente-chileno/

[5] Un 60 % defiende que se encuentra ilusionado hoy en día con el proceso. https://www.celag.org/encuesta-chile-marzo-2021/

[6] Un 64 % defiende un Estado Plurinacional en Chile, y un 78 % reclama justicia social. https://www.celag.org/encuesta-chile-marzo-2021/

Auxiliadora Honorato

Jurista especializada en derecho público y antropóloga, fue Secretaria de Acción Institucional de Podemos y Secretaria de Administraciones Públicas. Diputada en el Congreso Español en las legislaturas XI y XII, donde ejerció la portavocía de Hacienda y Función Pública. Ha participado en diversos proyectos de índole jurídica en Bolivia y…