La realidad latinoamericana de las dos últimas décadas, con sus avances y retrocesos, nos ha enseñado que deben darse al menos tres procesos asociados, unidos o yuxtapuestos para el cambio del orden social neoliberal: uno disruptivo, liderado por la movilización social, otro constituyente de un nuevo consenso social intercultural e incluyente, y el tercero, un … Seguir leyendo

La realidad latinoamericana de las dos últimas décadas, con sus avances y retrocesos, nos ha enseñado que deben darse al menos tres procesos asociados, unidos o yuxtapuestos para el cambio del orden social neoliberal: uno disruptivo, liderado por la movilización social, otro constituyente de un nuevo consenso social intercultural e incluyente, y el tercero, un proceso contra-hegemónico, que oriente un nuevo consenso cultural, político y económico.

Como no existe calco o copia posible en las disputas nacionales, en cada país esos procesos se desarrollan de manera particular, aunque confluyan en la idea de unidad e independencia continental. En Colombia, como centro de la disputa, esos procesos vienen caminando en las luchas por la paz con justicia social, considerando que la guerra fue la articuladora del consenso hegemónico –excluyente- de la derecha bipartidista, hoy resquebrajado por el fracaso de la salida militarista del conflicto.

El proceso de movilización social sigue ampliándose y está en alza. Todas las semanas algún sector popular del país se levanta en reclamos políticos o reivindicativos en contra del modelo neoliberal, que como un cáncer, destruye en campos y ciudades la vida de pequeños empresarios, de la clase trabajadora, del campesinado y de las comunidades indígenas. Esta semanas han sido los camioneros, en junio la Cumbre Agraria, en mayo el magisterio. No obstante, sigue siendo una movilización desarticulada. Sectores como el sindicalismo más ortodoxo, siguen pensando en vanguardismos que no acumulan [i], aunque el campesinado, los indígenas y afro-descendientes siguen dando lecciones positivas.

Esas movilizaciones hacen parte del proceso constituyente que ya empezó en el país. Desde el 2011, cientos de organizaciones sociales y políticas están trabajando por todo el territorio nacional en el desarrollo conceptual y contra-hegemónico de las Constituyentes por la Paz con Justica Social [ii],  hasta el momento se han realizado 65 Constituyentes en 18 de los 32 departamentos (provincias) que conforman el país, de las que han surguido mandatos populares para ser incorporados en la futura Asamblea Nacional Constituyente-ANC.

Recordemos que en Bolivia tuvieron que realizarse las gigantescas movilizaciones por el agua y el gas, el triunfo de Evo Morales y la derrota de la media luna separatista para que se consolidara la ANC y surgiera el Estado Plurinacional; en Venezuela pasaron 9 años del caracazo, 6 años del levantamiento cívico-militar y el triunfo de Hugo Chávez para que se lograra la ANC de la que emergió la V República. Procesos muy avanzados, pero que siguen en la disputa por la implementación de los cambios consignados en esos nuevos mandatos Constitucionales. En tal sentido, al proceso colombiano le faltan algunos años, pero ya ha comenzado.

El escenario de futuro, a partir del triunfo del proceso de paz, tendrá como ejes el fortalecimiento de la movilización social, ampliada por la apertura democrática que supone el tratado entre el Gobierno y las insurgencias. El escenario político del posacuerdo será un momento de acciones políticas en las calles, seguramente liderado por la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular y por el sector más consecuente del sindicalismo.

Los otros dos procesos, el constituyente y el de disputa contra-hegemónica, requieren de un esfuerzo mayor. La izquierda deberá lograr una amplia unidad que incluya a las insurgencias movilizadas hacia la lucha política civil, al igual que a otros sectores de la sociedad. Será posible con una reingeniería en los discursos, en las formas de conexión con la población y con un programa del siglo XXI, que enlace a las poblaciones de la ciudad y del campo, feminista y con un proyecto nacional que reconozca la diversidad territorial e intercultural.

El horizonte constituyente se refuerza: hasta sectores antes reacios al cambio, provenientes del liberalismo, del Partido Verde y otros de la coalición santista, han reconocido la necesidad de una nueva constituyente. Las reformas pactadas en el tratado de paz, ilusionan al país por el giro hacia la restitución de derechos y la democracia que está por concretarse.

Esta en marcha un nuevo país, que tiene grandes batallas culturales, políticas y económicas en el pos-acuerdo, como seguir sumando fuerzas en un espacio político diverso, fresco y decididamente transformador, manteniendo en alza la movilización y profundizando el proceso constituyente, sopena de seguir la inercia del ciclo neoliberal, escenario del cual hablaremos en otra oportunidad.

[i] NOTA: Según la base de datos de luchas sociales del Centro de Investigación y Educación Popular-CINEP, en los últimos años se han dado 2543 luchas laborales (huelgas, paros, marchas), no necesariamente dirigidos por las centrales sindicales y principalmente en contra de privatizaciones, o por el incumplimiento estatal de pactos: ver http://www.cinep.org.co/publicaciones/es/producto/que-motivo-las-luchas-laborales-en-colombia/

 

[ii] http://www.constituyentesporlapaz.org/sites/default/files/Por%20una%20Constitución%20para%20la%20Paz.pdf

 

Javier Calderón Castillo

Doctor en Ciencias Sociales (UBA) (Colombia)

Javier Calderón Castillo es magíster en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Es miembro del Grupo de Pensamiento Crítico Colombiano del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, IEALC-UBA.