Hoy lunes se reúnen Jefes y Jefas de Estado de países miembros y asociados del Mercosur. Uno de los temas candentes es el de Venezuela, aunque la canciller Argentina Susana Malcorra ya aclaró que no buscará el consenso para aplicar la cláusula democrática. Probablemente desde el momento en que Macri utilizó este argumento como munición … Seguir leyendo

Hoy lunes se reúnen Jefes y Jefas de Estado de países miembros y asociados del Mercosur. Uno de los temas candentes es el de Venezuela, aunque la canciller Argentina Susana Malcorra ya aclaró que no buscará el consenso para aplicar la cláusula democrática. Probablemente desde el momento en que Macri utilizó este argumento como munición para su campaña sabía que era inviable, pero fue útil para definir su alineación en contra del gobierno de Maduro en el contexto de las elecciones en Argentina y Venezuela. Sin embargo, seguirá insistiendo sobre el “abuso a los Derechos Humanos” en defensa de sus aliados de la derecha venezolana, como con el caso de Leopoldo López, cuya esposa acompañó a Macri el día de las elecciones en Argentina. Se trata de alianzas previas que se materializan en una red institucional y de intereses que une a las derechas del continente –con el apoyo de grupos de poder de Estados Unidos y España– en una estética, discursos y lineamientos económicos y políticos que muestran tanto la persistencia de viejas tendencias neoliberales como la presencia de nuevas estrategias para apropiarse de los avances realizados por gobiernos progresistas. Está por verse si las declaraciones en contra de Venezuela encuentran eco en el Mercosur, donde Uruguay y Brasil se han manifestado escépticos y sin intenciones de agravar las tensiones ya existentes.

Los medios de comunicación hegemónicos siguen hablando de la Cumbre del Mercosur como una reunión que podría tener repercusiones para Venezuela y remarcan la crisis política y económica de dicho país. Por el contrario, se refieren poco o nada al contenido de la agenda, que incluye la discusión sobre el polémico acuerdo con la Unión Europea, que ha sido negociado “a puerta cerrada”[1], mostrando una continuidad con tratados neoliberales como la Alianza del Pacífico, los TLCs o el proyecto trunco del Area de Libre Comercio de las Américas[2]. El gobierno conservador paraguayo esperaba lograr avances sólidos en este acuerdo durante su presidencia pro-témpore (que finaliza en estos días) y considera que la reunión de mañana es fundamental en este sentido. Contaría con el apoyo de Macri, predispuesto a una “apertura” en oposición a las condiciones planteadas por el gobierno de Cristina Kirchner que consideraba necesarias diversas modificaciones para reducir las evidentes asimetrías. Por su parte, Brasil también planteó ciertas diferencias, pero en el último año ha mostrado claro interés en avanzar al respecto (en medio de una significativa crisis económica y sobre todo político-institucional). La postura de Brasil es clave en su papel de global player, como miembro del G20, BRICS y UNASUR; sin embargo se abren interrogantes ante la sustitución de su ministro de hacienda[3].

El acuerdo con la UE data de 1994, en pleno auge del neoliberalismo, y sus lineamientos van en esa dirección. La UE es uno de los principales socios comerciales del Mercosur con aproximadamente un 20% del total anual de intercambios comerciales realizados por el grupo suramericano. Se trata de un comercio asimétrico, de consolidación del patrón primario-exportador dependiente.

Las exportaciones del Mercosur a la UE en 2013 sumaron aproximadamente 60.855 millones de dólares; las importaciones de la UE al Mercosur alcanzaron los 66.887 millones de dólares[4]. Más allá del déficit que ya muestra este intercambio para el Mercosur, si revisamos la tendencia en períodos previos, vemos que entre 1998 y 2000 el 85% de las importaciones se componían de productos metálicos, maquinarias y equipo, y productos de la industria química, mientras que las exportaciones constaban de productos agrícolas, bebidas tabaco, productos metálicos, maquinarias y equipos y extracción de hierro. Si bien la protección arancelaria de la UE era baja para la mayor parte del universo arancelario, la producción agroalimentaria está fuertemente protegida. En su intercambio con el Mercosur, el sector agropecuario de la UE podría sufrir una reducción en sus ingresos, mientras que se beneficiaría su sector manufacturero, especialmente los productos farmacéuticos, químicos, maquinaria y equipo y transporte. Es un hecho que la UE es más competitiva en segmentos intensivos de trabajo calificado y en productos de alta calidad, lo que genera una comprensible resistencia por parte de diversos sectores de Brasil y Argentina[5].

No hace falta ser un experto en economía para notar que se trata de una integración asimétrica, que tiende a consolidar la primarización de las economías, aumentando la competencia y debilitando la complementariedad y el potencial del mercado intrarregional. Si bien la UE ha flexibilizado significativamente su política de subsidios desde la década de los ’90, no se ve con claridad un cambio de timón que beneficie a la agorexportación del Mercosur en lo inmediato. Además, un acuerdo que se basa en intercambio de materia prima por manufacturas como meta, implica continuar consolidando la dependencia.

El acuerdo con la Unión Europea solo promete más de lo mismo, desandando caminos que comenzaban a trazarse para una integración más igualitaria al interior de la región como condición para una mejor negociación hacia fuera. Tal como afirmaba un par de años atrás Aharonian “El intento de la UE de negociar un acuerdo comercial con Mercosur, parece el retorno de las carabelas y los espejitos de colores”[6]. Debemos fortalecer la unión entre los países de América Latina para que los recursos energéticos, naturales, los alimentos, se exploten y comercien para beneficio de las mayorías, apuntando a un proceso de industrialización que mejore las condiciones de negociación en el esquema centro-periferia.

[1] Y de forma muy similar a como se está negociando el TTIP entre EEUU y la UE, contra el cual están haciendo campaña las izquierdas de esta última región.

[2] http://www.atilioboron.com.ar/2014/01/peligro-una-propuesta-indecente-de-la.html

[3] Ver

[4]BID-INTAL (2013), “Informe Mercosur n° 9, Segundo semestre 2013-Primer Semestre 2014”. Sector Integración y Comercio. Buenos Aires, Noviembre.

[5] Makuc, A; Duhale, G. Y Rozemberg, R. (2015) “La negociación Mercosur-Unión Europea a veinte años del acuerdo marco de cooperación: quo vadis?” BID-INTAL, p. 6, 37 y 39..

[6] http://www.nodal.am/2014/01/tlc-entre-la-ue-y-mercosur-por-que-solo-los-negociadores-lo-quieren-firmar-por-aram-aharonian/

Silvina Romano

Dra. en Ciencia Política (UNC) (Argentina)

Silvina Romano es investigadora del Consejo Nacional en Investigaciones Técnicas y Científicas (CONICET) en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la Universidad de Buenos Aires (IEALC-UBA). Es posdoctora por el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la Universidad Nacional Autónoma de…