En el país andino la esperanza de retirase y descansar dignamente después de toda una vida de trabajo es muy baja. De acuerdo a las estimaciones que hemos realizado con la encuesta de hogares (ENAHO 2018), de cada 10 peruanos mayores a 14 años, casi 7 no tienen ningún sistema de pensiones, 1 está afiliado al sistema nacional de pensiones SNP (en base al principio de solidaridad) y 2 están en el sistema privado, cuyo principio se basa en la capitalización individual: dime cuánto cotizaste durante tu vida laboral y te diré si vivirás dignamente en la vejez. Es decir, sólo un 31% de la población mayor a 14 años está afiliado a un sistema de pensiones, dejando a Perú como un de los países de América Latina con mayor incertidumbre a la hora de obtener una renta en la vejez.
Las pensiones en Perú
Perú, junto con México y el Salvador, es una de las experiencias en las que la privatización está más consolidada. Incluso Chile, Bolivia y Argentina, países que dieron pasos en esa dirección durante los ’80 y ’90, hoy han reculado y siguen apostando por los fondos públicos de pensiones. Chile creó una pensión mínima solidaria en el fondo privado por la baja capacidad adquisitiva de la misma. Argentina y Bolivia han dado pasos sobre la nacionalización de las pensiones.
Perú, al igual que Colombia, mantiene un sistema híbrido. Desde 1993 el Sistema Nacional de Pensiones (SNP) de Perú convive con los fondos privados que se gestionan a través de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Los trabajadores tienen la posibilidad de elegir entre el fondo privado, una AFP, o el fondo público en el SNP. Este proceso provoca que ambos sistemas compitan entre sí y el privado erosione al público. El recurrente abandono del Sistema Nacional de Pensiones por parte del Estado, más los propios estímulos públicos a favor de la privatización, han contribuido a que el número de afiliados en el fondo privado duplique al de la seguridad pública (fuente de ENAHO 2018).
Es una carrera completamente inequitativa por captar los ahorros de los trabajadores. Mientras las AFP generan cantos de sirenas para atraer los ahorros de los trabajadores, el abandono del neoliberalismo aleja a los peruanos del sistema públicos, dejándoles en la completa indefensión y bajo las reglas del mercado: quien puede aportar hoy tendrá una pensión digna mañana.
Situación actual del sistema privado de pensiones
La primera distinción que debemos hacer es que hay dos tipos de personas en el fondo privado: (i) los afiliados, incorporados en el fondo pero que —todavía—no reciben una pensión y (ii) los cotizantes, afiliados que están efectivamente aportando al fondo de capitalización individual. Según las estadísticas oficiales de las AFP, ambos grupos han crecido notablemente dentro del sistema privado: entre 1998 y 2017 los afiliados pasaron de 1,7 a 6,3 millones de personas. No obstante los cotizantes, aunque crecen, son sólo una fracción minoritaria de los afiliados. En 1998 eran el 40% de los afiliados y en 2017 siguen siendo tan sólo el 44%.[1] En perspectiva, al 2018 los afiliados sólo representan un 36% de la PEA y los cotizantes tan sólo un 16%. En este sentido, apenas una fracción parece efectivamente aportar al fondo, lo cual deteriora notablemente el valor de la pensión que tendrán durante la vejez. La literatura coincide que la densidad de cotización (% de aporte sobre el tiempo de vida laboral) es una de las variables más importantes para garantizar pensiones dignas.
Una de las ventajas que exaltan las AFP es que la pensión privada es superior que la que ofrece el sistema público. Para ello muestran el valor promedio de ambos sistemas (gráfico 1).
Según la información de las AFP, entre 2002 y 2017 la pensión privada fue, en promedio, 1,4 veces mayor a la pública. Esto se da, básicamente, porque el SNP es un fondo común basado en un esquema de solidaridad, mientras que las AFP ofrecen un fondo de capitalización individual. No obstante, si miramos con más detalle se observa que la pensión privada redujo su valor entre 2003 y 2009 para luego recuperarse entre 2010 y 2017. Esta volatilidad se produce porque la pensión depende de la rentabilidad que obtenga el fondo de capitalización. Si obtenemos la variación porcentual de ambas pensiones entre 2002 y 2017, se obtiene que la privada creció 21% y la pública 20%; es decir, ambas han evolucionado de forma simular con un pobre crecimiento promedio de 1,5% anual. Además, si consideramos los riesgos que tienen las pensiones privadas, entonces la privada puede estar ofreciendo una rentabilidad más baja de lo que promociona. ¿Qué garantiza que el fondo privado no quiebre? Nada certifica que la caída de la pensión privada vuelva a ocurrir o que los fondos privados se desvanezcan producto de las turbulencias financieras mundiales o de una mala gestión, como ocurrió en Colombia.
¿Qué hay detrás de la pensión promedio que ofrecen las AFP?
Las AFP utilizan la pensión promedio como su mejor carta para atraer nuevos cotizantes. Como bien se sabe, los promedios esconden muchas cosas. Para ello, hemos hecho uso de la encuesta de hogares del 2018 para desmenuzar qué hay detrás de las pensiones en Perú.
La encuesta captura muy bien la información de número de afiliados y cotizantes, mas no coincide con la información de las pensiones promedio que publica la asociación de AFP. Reconociendo las limitaciones de la encuesta al ser información muestral, es alarmante que no exista una tendencia similar en el valor de la pensión promedio. De acuerdo con las estimaciones de la encuesta de hogares 2018, aquellas personas que dicen recibir una pensión de jubilación o cesantía y estar afiliados a la seguridad social reciben, en promedio, una pensión mensual igual a 1.138 soles en el sistema privado y 1.070 soles en el sistema público. Esto representa sólo un 6% de diferencia entre ambas pensiones.[2]
De la información de la ENAHO, aproximadamente 741 mil personas reciben una pensión de jubilación, de las cuales 14% está en el fondo privado y 75% en sistema público. Esto se debe a que, lógicamente, el segundo tiene muchos más años en funcionamiento. Si bien los afiliados de las AFP al 2018 son más que en el SNP, los pensionistas aún son mayores en el sistema público. Esta asimetría en el número de pensionistas en ambos sistemas pone serias dudas sobre la comparabilidad de la pensión promedio que publicitan las AFP.
Finalmente, vale la pena mencionar que la encuesta muestra (gráfico 2) cómo la distribución de las pensiones privadas están más inequitativamente distribuidas que las públicas. El 5% de individuos que menos pensión reciben (percentil 5), bajo el régimen privado accede a un 60% del valor que reciben los pensionistas en el sistema público. De igual forma, el 25% de los individuos que menos pensión perciben (percentil 25) siempre obtienen una pensión mayor en el sistema público que en el privado.
Entre el percentil 25 y el 70 prácticamente no hay diferencias en las pensiones de los dos sistemas. A partir del percentil 75, la pensión privada supera notablemente a la privada: en el percentil 95 la pensión privada es un 40% mayor.
¿Puede vivir un peruano con la pensión?
La pensión de jubilación promedio —según la encuesta— está próxima a la remuneración mínima vital del 2018 (930 soles). No obstante, según el Instituto de Estadísticas del Perú (INEI) la canasta básica mensual llega a los 1.640 soles, es decir, el salario mínimo y la pensión tienen una brecha de 76% respecto a la canasta. Según las cifras de la encuesta de hogares, más del 80% de los que reciben una pensión tiene una pensión menor al monto de la canasta básica.
Si una pareja recibe la pensión, entonces podría llegar a cubrir la canasta. Sin embargo, la pensión en Perú sigue recayendo sobre el hombre, quien fue el que aportó a la seguridad social durante su vida laboral, y sólo un 12% de las personas que reciben pensión son mujeres —esposa del jefe del hogar—. Esto denota que una familia de jubilados, en la gran mayoría de los casos viven con una sola pensión, lo que le hace casi imposible llegar a cubrir la canasta básica.
¿El sistema privado es la solución? Una simulación
En estos momentos, para un 30% de la población las pensiones públicas y privadas no permiten ni permitirán vivir dignamente. Para el restante 66% de la población una pensión es una quimera, pues ni siquiera podrán aspirar a una pensión al no están afiliados.[3]
Las AFP, en su cruzada por quedarse con el botín de los ahorros de los trabajadores, aseguran que cuando todos los trabajadores se afilien se garantizarán mejores pensiones. ¿Qué hay de cierto? Como es usual el neoliberalismo, busca posicionarse al mancillar el prestigio de lo público.
Hemos decidido hace un ejercicio de simulación y ver qué pensión recibiría la cohorte poblacional actual en el Perú en el caso hipotético que todos decidiesen comenzar a cotizar al fondo de pensiones privados. Para ello hemos realizado lo siguiente:
- Hemos obtenido la distribución de ingresos del trabajo (relación de dependencia e independientes) al año 2018 en base a la encuesta de hogares y obtuvimos el ingreso promedio por decil de ingreso.
- Con esos ingresos por cada decil hemos calculado cual sería la pensión si esos laburantes cotizarían por 42 años y el poder adquisitivo de ese ingreso se mantuviese establece en el tiempo. Para ello hemos usado los simuladores de pensiones que provee una de las AFP más importantes de Perú y hemos usado los mismos supuestos para proyectar la pensión de jubilación que recibirán de acuerdo al nivel de ingreso actual. Los resultados se muestran en el gráfico 3
Por ejemplo, un individuo del decil 3 tiene en mediana (percentil 50) un ingreso 886 soles mensuales al 2018. Si ese individuo cotizase al fondo privado de pensiones por 42 años y las condiciones fuesen estables, entonces recibirá una pensión vitalicia de 536 soles mensuales a partir de los 65 años. De acuerdo a las simulaciones realizadas, se puede deducir que los fondos privados proveen una pensión máxima equivalente al 60% del sueldo mensual sobre el que se aportó. Así, si una persona aporta por 40 años sobre un sueldo de 1.000 soles mensuales, bajo algunos supuestos (como una tasa de aporte del 10% y una densidad de cotización del 60%), al final de la vida el fondo de pensión le dará al cotizante una renta vitalicia aproximada de 600 soles mensuales hasta que fallezca. Hay que notar que el 60% depende de los años de cotización: si los años bajan, por ejemplo, a 30 años, entonces la pensión puede llegar a un 40% del valor del ingreso sobre el que se cotizó.
Dadas las condiciones salarias del Perú, las pensiones que puede ofrecer el sistema privado serían igualmente de miseria. Sí observamos el gráfico 3, más del 80% de las pensiones estarían por debajo de la canasta familiar. Si los trabajadores cotizaran sólo 30 años, casi ningún peruano podrá disfrutar de una pensión mayor a la canasta básica.
Concluyendo
Sólo un grupo minoritario de la población recibe una pensión. De ellos, la pensión no alcanza a cubrir las condiciones mínimas vitales. La privatización en el Perú ha socavado la confianza de la seguridad pública llevándola al abandono y a que tampoco pueda ser una opción digna para los peruanos y peruanas.
En cambio, las Administradoras de Fondos Privados (AFP), de a poco se hacen con los ahorros de los trabajadores bajo la promesa de que, cuando todos se incluyan al sistema, las pensiones mejorarán. Lo que éstas no advierten es que al ser un fondo de capitalización individual la pensión depende del poder adquisitivo que tenga la población durante su vida de cotización. Al existir un nivel de salarios extremadamente bajo, es prácticamente imposible que las pensiones en la vejez cubran la canasta básica. Bajo un supuesto altamente optimista —e improbable— de que la gente cotice 42 años al sistema y que las condiciones macroeconómicas conserven el poder adquisitivo del salario, las simulaciones que hemos efectuado nos indican que más del 80% de las personas no llegarían a cubrir la canasta básica con la pensión que les tocaría recibir en el futuro. Si los años de cotización se reducen, es probable que casi ningún peruano logre llegar a la canasta básica.
[1] Esta cifra es muy parecida cuando se obtiene mediante la encuesta 2018
[2] Las diferencias pueden deberse a que en la encuesta las personas no distinguen del todo la pensión que es producto de los aportes de aquellos montos que son por pensiones no contributivas entregados como un subsidio público.
[3] Perú cuenta con programas públicos de pensiones no contributivas.