“Yo no voy a caer, no caeré…no esperen que me ponga nerviosa, no me atemorizan” con el pedido de impeachment (juicio político) impulsado por “una cierta oposición un tanto golpista». Fue la respuesta contundente de Dilma Rousseff a la escalada golpista que continúa en asenso en el país luego de que el domingo último el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) oficializara durante una convención su opción programática por la destitución del gobierno elegido democráticamente en octubre de 2014.
Quien preside el PSDB es Aécio Neves, candidato de la oposición derrotado por el PT en el ballotaje que dio el triunfo a Rousseff. En la Convención del domingo último, Neves y otros dirigentes destacados de la oposición, como el ex mandatario Fernando Henrique Cardoso, el senador José Serra y el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin coincidieron en impulsar la estrategia del golpe institucional. Aseguraron que su partido está listo para retomar el poder que perdió en cuatro ocasiones en las urnas electorales. Incluso un envalentonado Neves no titubeó el afirmar que no sabe si Dilma logra llegar al final de su mandato. Así, el PSDB asume una posición clara y manifiesta en las ola golpista que promueve el final del gobierno iniciado hace apenas seis meses. La estrategia no es clamar por el retorno de los militares, como podría haber sucedido un par de décadas atrás, sino apostar por la vía jurídica. Esta declaración de intenciones resuena a lo sucedido en Paraguay (2012) y Honduras (2009). No resultan extrañas, viniendo de un partido que justificó en 2012 la caída de Lugo y 3 años antes la de Manuel Zelaya en Honduras. Neves, como jefe del PSDB convocó a una nueva marcha golpista para el próximo 16 de agosto.
Hay que tener en cuenta que en la oposición conviven, con grandes diferencias en relación a los tiempos y planes para minar la gobernabilidad del PT, grupos disímiles que van desde neoliberales representativos de las clases medias y altas, como Aécio Neves, hasta evangélicos con base electoral en las favelas donde predican la identificación de Dilma con la homosexualidad y lucifer. Por ahora, el socialdemócrata liberal Neves; el presidente de la cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y el titular del Senado, Renán Calheiros, suman fuerzas para desestabilizar al gobierno y generar las condiciones del anhelado impeachment.
Por su parte, el expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, rechazó cualquier intento por parte de la oposición de reducir el mandato de la presidenta brasileña. En un mensaje difundido en las redes sociales afirmó que «no hay espacio para retroceso», porque los tiempos de golpe de Estado pasaron para no volver más. «Vivimos el período más sólido de nuestra democracia desde la proclamación de la República. La acumulación de las luchas del pueblo brasileño forjó los cimientos de un país más rico, más equitativo y consciente de su potencial», sostuvo el ex mandatario.
La presidenta Rousseff se encuentra en estos días participando de la cumbre BRICS en la ciudad rusa de Ufá, donde se pondrá en funcionamiento el Nuevo Banco de Desarrollo lanzado durante la VI Cumbre realizada hace un año en Fortaleza. Recientemente, la mandataria realizó una visita ofical a EEUU donde mantuvo reuniones bilaterales con Barack Obama dando por zanjado el conflicto diplomático desatado a raíz de las revelaciones de espionaje de la Casa Blanca.