No se sabe quién resultó vencedor. Solo se han escrutado el 57% de las mesas electorales. Hasta ahora el opositor Salvador Nasralla obtiene un 45,17% y el actual presidente Juan Orlando Hernández 40,21%. Nada agregaría una gran dosis de desconfianza y mayor desgaste a todo el sistema político que un escrutinio suspendido y dos candidatos … Seguir leyendo

No se sabe quién resultó vencedor. Solo se han escrutado el 57% de las mesas electorales. Hasta ahora el opositor Salvador Nasralla obtiene un 45,17% y el actual presidente Juan Orlando Hernández 40,21%. Nada agregaría una gran dosis de desconfianza y mayor desgaste a todo el sistema político que un escrutinio suspendido y dos candidatos que se autoproclaman como ganadores.

Después del golpe a Manuel Zelaya en 2009 y de la habilitación del actual presidente como candidato presidencial a la reelección –cosa que es imposible en términos constitucionales- toda la arquitectura institucional ha quedado dinamitada o puesta en cuestión. El 2009 no ha sido metabolizado ni administrado con el consenso de todos los actores políticos. La ruptura del bipartidismo de varias décadas entre Partido Nacional y Partido Liberal ha traído mayores arbitrariedades, errores y crisis. De la fragmentación no se vuelve.

La continuidad de gobiernos del Partido Nacional (Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández respectivamente) desde 2010 no logró dotar al sistema democrático de un conjunto de reglas de juego acordadas ni de una mayor legitimidad y seguridad. Los hechos de corrupción (principalmente, en el Instituto Hondureño de Seguridad Social) contribuyeron a erosionar aún más un orden político ya conmocionado por los sucesos de 2009 y por otros que revistan cierta novedad, como la caída de apoyos que sufre progresivamente el Partido Liberal y los reclamos ciudadanos en torno a la lucha contra la corrupción y frente a la decisión del Tribunal Constitucional de permitir que el actual presidente se presente para su reelección.

Si tomamos los datos oficiales hasta ahora publicados y los comparamos con los resultados obtenidos en la elección de 2013, tanto el Partido Libre de Manuel Zelaya y Xiomara Castro y el Partido Anticorrupción –en ese momento candidato Salvador Nasralla- mantienen su caudal de votos y suman algunos puntos más. El Partido Nacional –siguiendo con esta comparación- aumentaría unos cuatro puntos y el Partido Nacional perdería siete puntos.

Si el jueves – día que David Matamoros Batson, Presidente del Tribunal Supremo Electoral, prevé la finalización del escrutinio- se mantienen estas tendencias podemos indicar que la estrategia electoral de Manuel Zelaya, Xiomara Castro y Salvador Nasralla fue acertada. Inclusive, podríamos decir, que la elección de éste último como candidato a presidente por la Alianza Opositora fue la mejor opción y que los y las adherentes de Libre mantuvieron su apuesta electoral. Mientras que si el Partido Nacional logra revertir la elección confirmaría su crecimiento y mantenimiento como gran jugador en el escenario político y en el control territorial.

A esta situación de dos presidentes autoproclamados resta por saber la composición del parlamento y de las alcaldías. Hasta el jueves todo está suspendido, menos la crisis que esta incertidumbre puede desatar.

Esteban De Gori

Dr. en Ciencias Sociales (UBA) (Argentina)

Esteban De Gori es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA), investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC-UBA). Se desempeña como docente de grado y posgrado en la Universidad de Buenos…