(Informe: TeleSUR/CELAG) La cuadragésima novena Cumbre Presidencial del Mercosur, realizada en Asunción, Paraguay, exhibió diferencias sensibles entre sus miembros como hasta ahora casi no había sucedido en los casi 25 años de vida del bloque. Los debates de las múltiples reuniones evidenciaron las tensiones existentes: si bien algunos líderes continúan la apuesta firme de profundizar … Seguir leyendo

 (Informe: TeleSUR/CELAG)

La cuadragésima novena Cumbre Presidencial del Mercosur, realizada en Asunción, Paraguay, exhibió diferencias sensibles entre sus miembros como hasta ahora casi no había sucedido en los casi 25 años de vida del bloque. Los debates de las múltiples reuniones evidenciaron las tensiones existentes: si bien algunos líderes continúan la apuesta firme de profundizar la integración regional y dar impulso a un desarrollo económico de la región, otros pujan por un retroceso en el bloque comercial. En definitiva, recrudece la disputa interna por redireccionar el organismo regional hacia el espíritu neoliberal que lo caracterizó desde su fundación.

¿Cambio de orientación el Mercosur?

En la declaración final del encuentro, los jefes de Estado llamaron a profundizar el relacionamiento externo del bloque con organismos de corte neoliberal como la Alianza del Pacífico y el polémico acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (UE). El ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, Eladio Loizaga, destacó que el bloque suramericano tiene lista su propuesta de apertura hacia la UE, la cual será presentada a Bruselas en el momento que el bloque europeo defina la suya. A esto se suma el compromiso de los mandatarios a facilitar el comercio intrazona. Los que apoyan esta medida señalan que es necesaria la eliminación de 81 barreras comerciales existentes en la actualidad, con el pretexto de abrir el bloque regional al mundo, lo que se traduce en firmar acuerdos comerciales con otros espacios geopolíticos. El impulso hacia la liberalización de los mercados venía siendo resistido hasta ahora por Argentina y Venezuela. Sin embargo, con el cambio de gobierno argentino y la traba que se le sigue imponiendo desde el Congreso de Paraguay a Bolivia para adherirse una vez por todas a Mercosur, deja el sabor amargo de que el bloque está volviendo al espíritu neoliberal de su etapa fundacional.

Ante las amenazas que supone este giro en el Mercosur, es oportuno resaltar que Bolivia y Venezuela poseen cláusulas con las que se han blindado a fin de no adherirse a acuerdos comerciales de corte neoliberal que decida firmar Mercosur. Y es que estos dos países son los que siguen apostando a fortalecer el sentido progresista del bloque a fin de avanzar en el desarrollo regional, una postura que dejaron firme en la reciente cumbre.

Venezuela propone al Mercado Común del Sur que las potencialidades económicas y financieras de las naciones que integren el bloque regional sean puestas al servicio de los pueblos y no de las transnacionales. Desde este país suramericano apuntan a reflexionar sobre el modelo económico que se quiere construir desde el sur. La canciller venezolana, Delcy Rodríguez hizo un llamado a fortalecer y complementar las economías con el uso de las monedas propias de cada país, así como impulsar las instancias de cooperación regional

Por su parte, el presidente de Bolivia, Evo Morales, alertó sobre las maniobras financieras internacionales que impactan directamente a las economías del sur del continente. Ante esto, Morales llamó a Latinoamérica y el Caribe a unir esfuerzos para protegerse como bloque de la crisis ocasionada por los mercados internacionales y garantizar el crecimiento y la justa distribución de la riqueza.

En nombre de Venezuela, la canciller destacó que coyunturas difíciles como la caída de los precios del petróleo no deben ser utilizadas como excusa para recurrir a los modelos neoliberales que han hecho tanto daño a los pueblos. En ese escenario, surge una pregunta central: ¿apuntará el Mercosur a una visión únicamente comercial, o desarrollará otras instancias de integración en materia productiva, financiera y otras dimensiones económicas, que posibiliten una integración más democrática?

Las tensiones internas

Uruguay, Paraguay, Brasil, y ahora también Argentina, apoyan flexibilizar las normas para que cada nación avance en acuerdos bilaterales extra-bloque y acelerar así las conversaciones para firmar el tratado de libre comercio con la UE. Ante esta posibilidad, es imperioso preguntarse qué implicaría realmente este acuerdo.

La  posibilidad de abrir el Mercosur al mundo traería serias desventajas, principalmente la merma de soberanía para los países miembros del bloque, tomando en cuenta que este tipo de acuerdos comerciales tienen efectos en materia de propiedad intelectual y en las políticas de compras públicas, que terminarían favoreciendo a las grandes transnacionales europeas en detrimento de las pequeñas y medianas empresas locales. Además, los tratados comerciales de la UE no negocian los subsidios que el Mercosur sí permite a sus productores, y tampoco se negocian las barreras arancelarias que impiden de facto la entrada de los productos suramericanos al Viejo Continente.

La postura de Brasil es una de las más firmes: el gobierno de Dilma Rousseff se ha mostrado comprometido en que el Mercosur intercambie sus primeras ofertas de acceso a mercados con la UE en el último trimestre de 2015, pero además también desea avanzar en contactos con otros países para negociar acuerdos comerciales, entre los que destacan Corea del Sur y Túnez.

En tanto, la postura de Venezuela y Bolivia apunta en otra dirección: ambos países no ven beneficioso la liberalización económica del bloque y acusan que en la región se percibe un nuevo auge neoliberal, aún cuando la experiencia internacional ha demostrado que este tipo de acuerdos entre mercados con fuertes asimetrías, han generado importantes distorsiones para las economías más débiles, poniendo como ejemplo las consecuencias del NAFTA para México.

En su lugar, Venezuela señala que es necesario un replanteo del bloque para que asuma la resolución de las asimetrías con herramientas propias, tales como el fondo de inversiones para infraestructura, alentar las cadenas regionales para lograr una integración productiva, y ampliar la participación de las organizaciones populares.