El sábado pasado Uruguay quedó fuera de la Copa América, por penales, ante Perú, y el domingo se jugó el primer tiempo del proceso electoral 2019-2020. No hubo demasiadas sorpresas según las encuestas, aunque una vez más no estuvieron muy afinadas. Por primera vez se revirtió la caída en la participación global en las internas, alcanzando un 39%. A pesar de que no es del todo válido comparar resultados entre partidos, por ser una elección interna, no debe escaparse del análisis.
Ganó el Partido Nacional
El Ganador de la noche fue el Partido Nacional (PN). No sólo porque fue el partido que mayor votación tuvo, sino porque cerro esa misma noche la fórmula presidencial. El ganador de la interna, Luis Lacalle, obtuvo el 53,7% de los votos de su partido y esa mayoría le permitió definir la Vicepresidencia. Designó a una mujer, Beatriz Argimón, lo que le da un poquito de “progresismo” a su fórmula, pero dentro del sistema político su compañera de fórmula ha sabido siempre mantener el diálogo con los partidos, lo que le da una impronta interesante. El Partido Nacional arranca las elecciones con mayor cantidad de votos, con un liderazgo sin disputa y con la fórmula cerrada. En términos de campaña electoral, todo lo que está bien se hizo.
A pesar de tener la fórmula presidencia definida al Partido Nacional aún le queda el esfuerzo de poner en sintonía las diferentes visiones programáticas. El PN como tal aún no definió un programa político y de gobierno.
Lejos quedaron los competidores de Lacalle, a pesar de que se manejaban niveles mayores de competencia interna. Juan Sartori, el recién llegado a Uruguay y a la política a caballo de una billetera enorme, quedó a mitad de camino. Por un lado venció a Larrañaga, quien desde hace años es uno de los dos dirigentes principales del Partido Nacional, dejando malherido a un sector histórico dentro del Partido. La billetera pudo más. Pero no logró competir con el liderazgo de Lacalle. Sin embargo, una duda que permanecía en el aire se despejó: Sartori seguirá en carrera política durante el proceso electoral, de cara al Parlamento y a las elecciones departamentales y nacionales. Mucho se especuló sobre esto, pero en su discurso de cierre de jornada lo aclaró. Llegó para quedarse.
El perdedor de la noche fue Sanguinetti
El expresidente Julio María Sanguinetti retomó su actividad política pensando en dinamizar su Partido Colorado y, ante el abandono del mismo, a Juan María Bordaberry. Por otra parte, un nuevo actor político interno, Ernesto Talvi, se disponía a seguir un camino en solitario y alejado de los grandes liderazgos con su recién creado Ciudadanos. Durante bastante tiempo las encuestas dieron ganador al expresidente, pero los últimos sondeos no coincidieron sobre el resultado. Finalmente, cerrados los circuitos de votación, Talvi arrasó con un 53,3% frente al 32,7% de Sanguinentti. Claramente no se logró revitalizar al Partido Colorado pero, sin duda, cambiará fuertemente su identidad pública: un técnico reconocido en el medio y profundamente liberal será ahora su candidato único.
Lo significativo es que ambos, Sanguinetti y Talvi, comparten la idea de acordar con el Partido Nacional para vencer al Frente Amplio. No están claras las formas, pero sí que el Partido Colorado se fue al pié del Partido Nacional.
El FA a mitad de camino
El Frente Amplio (FA) tuvo la peor participación desde que se realizan las internas, a pesar de haber tenido competencia. Daniel Martínez (41,9%) ganó con ventaja, Carolina Cosse -la única mujer precandidata de todos los partidos- quedó en segundo lugar con 25,5%, pero muy cerca estuvo Óscar Andrade con 23%. Esto dificulta una rápida definición del FA sobre su fórmula presidencial. Cosse tuvo el apoyo del Movimiento de Participación Popular (MPP), organización a la que pertenece Pepe Mujica, quien hace algunas semanas señaló que su principal batalla es en octubre, tomando un poco de distancia de la interna.
Es de destacar que la lista 1001, del Partido Comunista, fue la segunda más votada de todo el Frente Amplio en esta interna. El candidato Andrade logró movilizar adhesiones más allá de las fronteras de su sector (Partido Comunista) y eso significa un posicionamiento muy fuerte de algunas demandas políticas. En particular, su fuerte referencia al espacio social de la izquierda y a la militancia. Este es un tema que ha sido fundamental para los procesos de izquierda de nuestro continente, y que el Frente Amplio debe necesariamente atender para la construcción de puentes y estrategias desde lo político y lo social. Porque las victorias de derechas barren sin preguntar.
Se está dando en el Frente Amplio un proceso de renovación de liderazgos que siempre genera sacudones. Los principales dirigentes de los últimos 20 años del Frente Amplio no participaron activamente de la campaña, ni estarán por primera vez en la disputa directa desde la fórmula presidencial. Esta elección interna ayudó a la emergencia de nuevos protagonistas.
El desafío de la izquierda será ahora consolidar su fórmula, para salir pronto y conjuntamente hacia octubre, en un escenario que parece más sombrío. De todas formas, aún queda bastante por delante, aunque la elección será reñida.
Los dos modelos de país que se enfrentarán en octubre tienen sus alineaciones. Por un lado estará el Frente Amplio, y del otro todo el arco opositor que ya se hizo todas las guiñadas posibles. Quedará por ver si avanza la derecha o no en una articulación conjunta formalizada en acuerdos políticos, programáticos y nombramientos cruzados de posibles jerarcas, o si aún no es momento para eso.
La sorpresa militar
Cabildo Abierto, un partido que se presenta por primera vez a una elección y que lleva como candidato a Guido Manini Rios, el excomandante del Ejército separado de su cargo por omisiones en sus responsabilidades en el proceso de realización de Tribunal de Honor a los militares violadores de los DD. HH. durante la última dictadura militar, obtuvo 46.000 votos. Quedó así como la cuarta fuerza política, con casi 5% de los votos a los partidos. Se trata de una novedad que coloca a un militar en el terreno político, con un programa conservador de derecha, aunque no a la usanza de Jair Bolsonaro (por ahora), y que le robó votos principalmente al Partido Colorado. Quita a los intentos socialdemócratas, como el Partido Independiente, del escenario de pivot y coloca a un referente de las Fuerzas Armadas.
Entretiempo
En síntesis, el Partido Nacional salió de la Elección Interna con una imagen de victoria. El Frente Amplio resolvió su interna pero aumentó la alarma. El Partido Colorado le asignó la primer derrota electoral al propio Sanguinetti, y con Cabildo Abierto un militar conservador y nacionalista se coló en el tablero político. Comienza ahora un período breve de reacomodos; todos los sectores de todos los partidos, según convicciones y calculadora en mano (o ambas), estarán intentando desentrañar las ingenierías electorales que les permitan mejorar sus rendimientos de cara a la conformación del Parlamento.