Análisis comparativo del comportamiento de la inflación en la región y su relación con las políticas contractivas de los bancos centrales

Pegarle a la inflación con un martillo

  • Hay un gran consenso de que la inflación actual es un fenómeno global que tiene sus raíces en dos fenómenos transitorios –las escaseces producidas por el quiebre de cadenas productivas como consecuencia de la pandemia de 2020 y la guerra en Ucrania–, y un fenómeno menos transitorio –el reacomodamiento de precios relativos que está provocando el creciente proteccionismo de Occidente–.
  • Casi todos los bancos centrales del planeta han reaccionado aplicando la misma receta monetarista recesiva: subir los tipos de interés de la política monetaria, que es tan útil para bajar la inflación, como un martillo para cazar moscas. 
  • Es difícil de entender por qué, si el origen de la inflación es la escasez, los bancos centrales esperan solucionar el problema generando más escasez con políticas contractivas. La única explicación posible, es que esperan acabar con la escasez disminuyendo la demanda en lugar de aumentando la oferta.
    • Así las cosas, lo mejor que podríamos esperar de esta situación, es que los bancos centrales fracasen en su objetivo de reducir la inflación, porque si lo logran significaría que provocaron una caída de la demanda (recesión) mayor a la disminución de la oferta que provocaron deliberadamente con su política contractiva.Lo más probable que suceda, es que la inflación se reduzca paulatinamente motu propio a medida que la producción reestablezca su curso todo lo que lo permita la guerra y la nueva geopolítica proteccionista, y que lo haga a pesar de las escaseces impulsadas por las políticas contractivas de los bancos centrales.
    • La respuesta monetarista es un escollo en el camino de la recuperación. Parece una respuesta atávica, es decir, un reflejo condicionado (como el susto que nos provoca cualquier ruido fuerte), más que el fruto de la racionalidad aplicada al problema. Nuevamente vemos el daño que produce la ortodoxia económica a las sociedades.
      • Una interpretación más racional podría explicar la política monetaria de los bancos centrales. Se trataría del triunfo del lobby financiero, que así recupera su tasa de rentabilidad.

América Latina: martillazos a la inflación y a los Gobiernos progresistas

  • En América Latina, salvo algunas honrosas excepciones, los bancos centrales de la región aplicaron políticas monetarias contractivas.
  • De todos modos, los bancos centrales destacan porque sobre-actuaron su monetarismo contractivo.
    • En efecto, en 2022 EE. UU. aumentó la tasa de interés de la política monetaria un 126 % respecto al nivel mínimo vigente durante la pandemia (de 1,3 % a 2,9 %) mientras que, en América Latina, las tasas subieron un 881 % (promedio simple) (tabla 1).
    • A su vez, las tasas de interés de la política monetaria en EE. UU. hacia febrero de 2023 se ubican apenas un 9 % por encima de los niveles previos a la pandemia (de mayo de 2021), cuando aún no existía el fenómeno global de la inflación. Pero en América Latina, las tasas de los bancos centrales se duplicaron respecto a los niveles pre-pandémicos (promedio simple).
    • Tengamos en cuenta que la inflación de EE. UU. en 2022 fue de 6,5 %, apenas por debajo del registro para nuestra región (8,3 % de mediana). Es decir, la inflación fue apenas un 28 % mayor a la norteamericana, pero las tasas de interés de la región aumentaron en 2022 seis veces más que las de EE. UU.
  • En el gráfico 1 se observan las tasas de interés de la política monetaria previas a la pandemia, durante la pandemia y los datos más recientes a febrero de 2023.
    • La forma de √ (tilde) de las tasas de interés muestra la sobreactuación de la política monetaria regional, que en todos los países de la región se ubica por encima de los niveles previos a la pandemia (cuando la inflación no era un problema, excepto en Argentina).Solo Bolivia y México no sobreactuaron, mostrando aumentos muy moderados de sus tasas de interés.
    • En el caso de Bolivia, lograron sostener una tasa de inflación que acumula 4,4 % entre 2021 y 2022, la más baja del mundo.  
  • En la tabla 1 mostramos que las mayores sobreactuaciones monetaristas les corresponden a los Gobiernos progresistas elegidos en los últimos dos años (comparamos el tipo de interés vigente en febrero de 2023 con los niveles previos a la pandemia):
    • Chile en primer lugar, donde el tipo de interés de la política monetaria se ubica en el 11,25 %, que representa un aumento del 275 % respecto al nivel previo a la pandemia.
    • En segundo lugar, los de Colombia, que con una tasa del 12,75 % tuvieron un aumento del 200 % respecto a los niveles de pre-pandemia.
    • Perú va tercero, con tasas del 7,75 % que representan un aumento del 182 % respecto a los niveles de pre-pandemia.
    • En Brasil, por último, los tipos de interés subieron a 13,75 %, la mayor tasa después de Argentina, lo que representa un aumento del 112 % respecto a los niveles anteriores al COVID-19 y alcanza el tipo de interés (contractivo) vigente durante el gobierno de Dilma, e incluso, por encima de los registros de los Gobiernos de Temer y Bolsonaro.
      • Brasil es el único caso de la región donde la inflación se redujo a casi la mitad entre 2021 y 2022, cerrando este año en el 5,7 %. Sin embargo, el banco central de Brasil continúa sin cambios con su política contractiva de tasas de interés.
  • Contrasta este resultado con los aumentos moderados de los tipos de interés que tuvieron los Gobiernos conservadores de la región, Uruguay y Paraguay, con aumentos del 24 % y 79 % respectivamente.
  • También México y Bolivia, con Gobiernos progresistas más veteranos en el ejercicio del poder, tuvieron aumentos del 33 % y 15 % respectivamente respecto a los niveles previos a la pandemia, algo que en la práctica significa una política monetaria que no pone un palo en la rueda de la recuperación económica.
    • El caso de Argentina también tuvo un crecimiento moderado de la tasa de interés del 6 %, sin embargo, los problemas inflacionarios que arrastra el país son previos a la pandemia al igual que los tipos de interés contractivos del banco central, que actualmente se ubican en el 75 %.
  • En EE. UU. la Reserva Federal apenas aumentó las tasas de interés un 9 % respecto a los niveles previos a la pandemia.

Resultado inesperado: los martillos sirven para los clavos, no para la inflación

  • El caso de Bolivia muestra que no es necesaria una política monetaria contractiva –que transfiera rentabilidad al sector financiero– para bajar la inflación.
  • También podemos mostrar que el alza de tasas no ha demostrado tener capacidad para detener la inflación.
  • En el gráfico 2 mostramos la correlación entre la política monetaria contractiva (medida como el aumento en porcentajes –panel a– y en puntos porcentuales –panel b– de la tasa de la política monetaria) y la respuesta de la inflación (medida como la variación porcentual –panel a– y en puntos porcentuales –panel b– de la inflación de 2022 respecto a 2021) a esa política monetaria.
  • Ambos gráficos muestran que no existe relación entre la política monetaria contractiva y la variación de la inflación. Los bancos centrales esperarían una línea de pendiente negativa mostrando la relación inversa entre el aumento de los tipos y la desaceleración de la inflación, sin embargo, solo hallamos una pendiente positiva con un ajuste no significativo, mostrando que no hay relación.

Reflexiones finales

Casi todos los bancos centrales de la región aplicaron políticas contractivas, que servirán para que las escaseces que generaron la inflación perduren al igual que la inflación. Así como se pueden cazar moscas con martillos, a riesgo de romper la mesa, los bancos centrales han sobreactuado la pose monetarista, impulsando incrementos de los tipos de interés más altos de los que necesitan nuestros países para recuperar el crecimiento. Las políticas monetarias más contractivas son las de los bancos centrales de los países con nuevos Gobiernos progresistas de la región: Brasil, Perú,[1] Chile y Colombia. Revertir la situación es otro de los desafíos que deben enfrentar estos Gobiernos, porque el verdadero propósito del diseño institucional de la banca central, es el de independizar la política económica de la voluntad popular. Sus políticas monetarias son más contractivas que las de países con Gobiernos conservadores –Uruguay y Paraguay– y que las de Gobiernos progresistas más maduros como los de México y Bolivia, cuyas políticas monetarias no ponen palos en la rueda de la recuperación económica. El caso de Bolivia, con el registro de inflación más bajo del mundo, es muy útil para demostrar que el carril para derribar los precios no consiste en utilizar el martillo de la contracción monetaria,[2] porque el golpe afecta a las familias que tienen que aumentar su deuda y asumir mayores costos y a las empresas –en especial las PyMEs–, que aumentan sus costos financieros y reducen sus inversiones y contrataciones.

La inflación se detendrá paulatinamente, a medida que se reestablezcan las cadenas de abastecimiento cortadas como consecuencia del COVID-19 y la guerra –al menos, todo lo que lo permita la nueva geopolítica proteccionista de Occidente–. Al final del proceso, los banqueros centrales se atribuirán el éxito, aunque en realidad, la inflación haya parado a pesar de ellos.


[1] La política monetaria contractiva del Perú fue otro de los instrumentos destituyentes que afectaron el Gobierno del presidente Pedro Castillo.

[2] Disponible en: https://www.celag.org/que-hizo-bolivia-para-detener-la-inflacion/

Guillermo Oglietti

Dr. en Economía Aplicada (UAB). Sub Director de CELAG (Argentina)

Guillermo Oglietti es doctor en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), postgraduado del Instituto Torcuato Di Tella de Buenos Aires y licenciado en Economía por la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC, Argentina). Dirigió el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Territorio, Economía y Sociedad de la Sede…