Informe postelectoral: balotaje, abstencionismo y dispersión

El escenario que se vislumbra para el balotaje es similar al de 2015, cuando se hizo con la Presidencia un candidato con escaso apoyo popular.

El domingo 16 de junio se llevaron a cabo las Elecciones Generales en Guatemala, en las que 8.150.221 ciudadanos habilitados para votar debían escoger presidente y vicepresidente, 340 alcaldes, 160 diputados al Congreso y 20 al Parlamento Centroamericano (Parlacen). Finalmente, y como estaba previsto, la sucesión de Jimmy Morales se dirimirá en un balotaje entre Sandra Torres, de Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), quien con el 98% de las mesas escrutadas obtuvo el 25,70% de los votos, y Alejandro Giammattei, de Vamos por una Guatemala diferente (Vamos), con el 13,92%.

Que los comicios presidenciales en Guatemala se definan por la vía del balotaje no es novedad, así ha sido históricamente desde 1985 por la imposibilidad de facto de ningún candidato de conseguir la mayoría absoluta para consagrarse en primera vuelta. Sin embargo, en esta ocasión llama la atención que sea la primera vez que los dos ingresantes al balotaje no suman siquiera el 40% de los votos, convirtiéndose así en la elección con mayor dispersión de la historia.

En la votación al Congreso la dispersión ha sido aún mayor, con UNE consiguiendo el primer lugar de la Lista Nacional, con el 18,04%, Vamos, en segundo lugar, con apenas 7,97%, y 9 partidos comprendidos entre el 4,35% y el 5,53%, es decir, un reparto muy parejo. En varios distritos la paridad se repite, por lo que sería lógico esperar a tener los resultados definitivos antes de aventurarse a especular cuántas bancas corresponderían a cada quién frente a un escenario de tanta paridad. Hasta el momento, la UNE se erigía como el partido con mayor cantidad de diputados electos.

En cuanto a la Alcaldía más codiciada, la capital quedó en manos de Ricardo Quiñónez Lemus, del Partido Unionista (PU), quien ya había asumido en abril de 2018 para finalizar el período del fallecido Álvaro Arzú. Si bien Roberto González le ha dado pelea –con el 93% de las mesas procesadas la diferencia fue de poco más de 3 puntos porcentuales, 38,35% a 34,90%–, Quiñónez se quedó con el triunfo, conservó el bastión unionista y tendrá ahora la oportunidad de continuar en funciones, pero esta vez por un mandato completo.

Uno de los datos que sobresalen de la jornada es, sin dudas, el fuerte incremento del abstencionismo que se ha registrado. Mientras que la participación creció sostenidamente elección tras elección durante los últimos 20 años, en esta ocasión ha estado muy por debajo de los niveles de 2011 y 2015, cuando se ubicó cercana al 70% de los inscriptos. Es llamativo este marcado descenso, en un contexto de gran dispersión electoral –entre los 3 primeros candidatos apenas arañan el 50% de los votos–.

El pasado electoral de los candidatos al balotaje

El primer y frustrado intento presidencial de Sandra Torres se dio en los comicios de 2011, siendo finalmente inhabilitada por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), puesto que en aquel año se divorció del entonces presidente Álvaro Colom; ser su cónyuge le impedía presentarse a los comicios, lo cual fue calificado como fraude. En 2015, cuando volvió a intentarlo, se pidió nuevamente la impugnación de su candidatura, en un contexto en que la UNE estaba en el ojo de la tormenta por el escándalo de corrupción ‘Transurbano’ y la misma Torres acusada de irregularidades en el financiamiento de su campaña. Sin embargo, contó con algo más de suerte y la inhabilitación no progresó, logrando alcanzar el balotaje pero siendo derrotada por Morales por más de 30 puntos, votación que se definió más por el voto en contra de Torres –especialmente en la capital– que por un masivo apoyo a Morales.

En la vereda de enfrente el balotaje contará con la presencia de Alejandro Giammattei, quien se presentó a los comicios por cuarta vez consecutiva, habiendo obtenido previamente la tercera colocación en 2007, la novena en 2011 y la cuarta en 2015. En esta ocasión, la gran dispersión electoral le hizo un guiño y le permitió acceder a la segunda vuelta por una pequeña diferencia –menos de 3 puntos por sobre Edmond Mulet– y con la votación más baja con la que un segundo ingresa al balotaje en la historia de Guatemala –no alcanzó siquiera el 14% de los votos válidos, porcentaje inferior al 17,23% conseguido por él mismo en 2007, cuando finalizó en tercer lugar –.

En esta ocasión, las encuestadoras han estado bastante acertadas, no observándose mayores diferencias ni de ubicaciones –nadie dudaba que Torres quedaría primera y en las últimas semanas que probablemente Giammattei sería el segundo– ni de porcentajes. Es un buen augurio, especialmente como voto de confianza hacia las mismas de cara al futuro inmediato, a la hora de considerar las venideras encuestas previas al balotaje.

El punto flaco probablemente haya sido la infravaloración de Thelma Cabrera, candidata indígena por el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MPL) que aspiraba a hacer historia y que hubiese significado un verdadero cambio de paradigma. Lamentablemente, las encuestas la ubicaron siempre muy por debajo de los votos que finalmente cosechó, a gran distancia de Giammattei, cuando el domingo estuvo a tan sólo 3 puntos de ingresar al balotaje. También fue quien cosechó mayor cantidad de votos en Estados Unidos –único país donde se pudo votar en el extranjero–.

Al respecto, Thelma Cabrera y el MPL llamaron a desconocer los resultados preliminares arrojados por el TSE debido a que consideran que hubo fraude. Entre las anomalías que encontraron, Cabrera señaló en conferencia de prensa: 1) papeletas premarcadas con el voto a Sandra Torres, de la UNE; 2) papeletas en las que el logo del MLP era más pequeño que el de los demás partidos y; 3) papeletas que no tenían el logo del MLP.

¿Quién es el favorito de cara a agosto?

El gran obstáculo de Torres para hacerse con la Presidencia no es Giammattei sino ella misma. El rechazo que su figura concita es muy elevado, pudiendo erigirse como el factor clave que determine la victoria de alguien con poco respaldo, en este caso Giammattei, tal y como ocurrió con Morales en 2015. Tomando en cuenta la mencionada encuesta de CID–Gallup, frente a la pregunta “¿Por cuál candidato nunca votaría?” el 34,10% optó por Torres, más de 30 puntos por encima de su contrincante, quien tan sólo obtuvo un 2%. Mayor diferencia aún registró la última encuesta de Prodatos, para la que Torres registró un 54% de rechazo frente a un 16% de Giammattei.

Si bien Torres cuenta con un mayor nivel de conocimiento, por la aversión hacia su figura las simulaciones de balotajes de CID–Gallup y Prodatos dieron como ganador a Giammattei. Si bien faltan casi 2 meses para la definición y el escenario está sumamente abierto, de la capacidad de Torres para bajar su imagen negativa, así como de la imagen que se hagan de Giammattei aquellos que no lo conocen, dependerá en buena medida el balotaje.

Para qué lado caerá la moneda está aún por verse. Pero lo que refleja esta elección y podemos ya afirmar es que más del 60% de los votantes no optaron por ninguno de estos dos candidatos, debiendo ahora redirigir sus preferencias entre la candidata que suscita un alto rechazo y el candidato al que pocos quieren y muchos desconocen. Un escenario similar a lo ocurrido en 2015, donde nuevamente se hará con la Presidencia un candidato con escaso apoyo popular. La representatividad en Guatemala está en crisis.

Guillermo Javier González

Licenciado en Sociología con orientación en Diagnóstico Social (Argentina)

Profesor en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Diplomado de Estudios Avanzados en Análisis Electoral y Maestrando en Estudios Electorales por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).