Este domingo 9 de diciembre se llevó a cabo el Referéndum Nacional 2018 impulsado por el Ejecutivo, a fin de someter a consulta de la ciudadanía la rectificación de las cuatro autógrafas de leyes de reforma constitucional aprobadas por el Pleno del Congreso de la República. El mismo se llevó a cabo en simultáneo con los balotajes para definir los gobernadores en 15 de las 25 regiones –todas aquellas en las que ninguna fuerza alcanzó el 30% de votos válidos en las Elecciones Regionales del pasado 7 de octubre- los cuales asumirán, junto a los 10 que se habían consagrado ya en la primera vuelta, el 1 de enero de 2019.
Finalmente, tal y como auguraban los sondeos previos de las diferentes firmas –Ipsos, Datum y IEP-, los resultados fueron los previstos. Los porcentajes han sido incluso mayores a los esperados, obteniendo el ‘Sí’ más del 85% de los votos válidos en las tres primeras preguntas y el ‘No’ más del 90% en la cuarta. De este modo, la ciudadanía acompañó, por abrumadora mayoría, la posición del presidente Vizcarra, aprobando las tres primeras propuestas –conformación de la Junta Nacional de Justicia, regulación del financiamiento a los partidos políticos y prohibición de la reelección parlamentaria inmediata- y rechazando la bicameralidad, desprestigiada luego de las modificaciones introducidas por el fujiaprismo –alianza tácita entre el fujimorismo, liderado por Keiko Fujimori, y el aprismo liderado por Alan García, ambos judicializados- en el Congreso[i].
Ni vencedores ni vencidos
Sin lugar a dudas, al mayor rédito político se lo lleva el presidente, quien sale fortalecido al ver refrendada su iniciativa. Habiendo arribado a la Presidencia en una situación de crisis política institucional y viendo deteriorarse su imagen en los primeros meses de gestión, por medio de esta iniciativa -en la que cristalizó su enfrentamiento con el fujimorismo- consiguió revertir la tendencia, ganando legitimidad y favorabilidad ciudadanas. Sin embargo, en una política peruana que ya ha dado sobradas muestras de escenarios cambiantes, los triunfos pueden ser efímeros.
En la vereda opuesta, el gran perdedor ha sido el Congreso. Pero frente a la coyuntura, el revés que recibió no debe ser leído necesariamente como un rechazo hacia la institución como tal, sino más bien hacia la alianza que desde hace tiempo controla y digita sus movimientos: el fujiaprismo. Fuerza Popular no sólo fue quien se opuso a las reformas que, acompañadas por casi todo el espectro político, fueron aprobadas por más del 80% de los electores. Además, fue el gestor -junto con el aprismo- de las modificaciones a la propuesta de retorno de la bicameralidad, precisamente la única pregunta que, a raíz de dichas alteraciones, fue desacreditada por la mayoría de las fuerzas políticas y este domingo no contó con el beneplácito de los peruanos. La sociedad, una vez más, le dio la espalda al fujimorismo –Keiko Fujimori perdió los balotajes presidenciales en 2011 y 2016- y, con su lideresa en prisión, deberá reorganizarse luego de esta derrota si quiere volver al centro de la escena desde su mayoría parlamentaria.
En primer lugar y como dato llamativo, de los 15 balotajes que tuvieron lugar el domingo, 8 quedaron en manos del partido que había salido segundo en la primera vuelta de octubre. Es decir que tan sólo 7 candidatos pudieron sostener su ventaja inicial. Por otra parte, si bien la mayoría de los vencedores son partidos de alcance local, entre los partidos de cobertura nacional Alianza para el Progreso (APP) liderado por César Acuña y Acción Popular (AP) con Alfredo Barnechea eran, con cuatro y tres balotajes a disputar respectivamente, quienes más perspectivas tenían de salir airosos este domingo y así lo hicieron.
Por el lado de APP, a partir de enero será junto a AP el partido con mayor presencia regional gobernando 4 departamentos, ya que por medio de los balotajes sumó Madre de Dios y Pasco a los dos conseguidos en primera vuelta –La Libertad y Ucayali-. Igual número tendrá AP, habiendo ganado todos sus balotajes –Cajamarca, Cusco y Huánuco-, gobernaciones que se sumarán al trofeo más preciado conseguido en octubre, la Alcaldía de Lima. Restauración Nacional (RN), liderado por el pastor evangélico Humberto Lay Sun –que no poseía gobernaciones hasta 2018 pero había ha ganado Loreto en octubre-, perdió el balotaje en Cusco y gobernará una región, mientras que Democracia Directa (DD) de Gregorio Santos perdió ajustadamente su balotaje en Tumbes y quedó sin gobernaciones. Por último, vale recordar que el aprismo y Fuerza Popular –que poseía tres gobernaciones- no se alzaron con ninguna victoria en octubre ni alcanzaron siquiera a disputar un sólo balotaje, revés que se ve confirmado ahora con los resultados del Referéndum.
¿Y después?
Concluido el Referéndum con un fuerte respaldo de la sociedad peruana hacia Vizcarra, al menos de momento y frente a esta coyuntura particular, se abren una serie de interrogantes a futuro. ¿Cuáles serán los pasos que seguirá el presidente para sostener el incremento de su imagen positiva? ¿Podrá evitar que su recientemente ganado capital político se diluya una vez que deba hacer frente a las contradicciones entre su retórica discursiva anticorrupción y la gestión de la realpolitik el año próximo?
Por otra parte, se abren interrogantes en torno tanto a la oposición como a la implementación de las disposiciones votadas. ¿Cuál será el rol que cada espacio tomará en el Congreso frente a estos resultados? ¿El fujiaprismo aceptará la derrota o continuará su disputa poniendo trabas a la reglamentación de las propuestas? ¿El mismo oficialismo estará dispuesto a respetar cabalmente el espíritu de las reformas impulsadas o las morigerará por medio de la famosa ‘letra chica’?
Seguramente las contestaciones que desde el accionar del Congreso –el cual a partir de ahora deberá debatir y aprobar una serie de leyes que complementen las reformas- se vayan dando a los interrogantes planteados en los próximos meses aporten varias claves para visualizar futuros escenarios. Y, posiblemente, respuestas insatisfactorias para la sociedad abran algún resquicio para que otro actor se erija como garante del cumplimiento de estas demandas populares. De momento, lo que parece más que probable –en la política peruana las certezas escasean- es que Vizcarra haya dado un gran paso adelante en un primer objetivo de garantizarse finalizar su mandato. Lo cual, frente a tamaña crisis política, no es poco.
[i] https://www.celag.org/peru-y-el-referendum-sobre-la-corrupcion/