La economía brasileña estaba llamada a ser una de las líderes en la construcción del nuevo orden económico internacional que pareció tomar forma en los primeros años del siglo XXI. Este nuevo orden económico internacional, caracterizado principalmente por el ascenso de los países emergentes y la configuración multipolar, cuestionaba el ordenamiento económico anterior surgido tras la Segunda Guerra Mundial y moldeado por la hegemonía estadounidense tras la caída de la Unión Soviética.
Debido a su peso económico, geográfico y poblacional, así como una fuerte apuesta política por la construcción de las relaciones Sur-Sur y la integración regional soberana, Brasil se constituyó en el líder regional y uno de los principales pilares del emergente nuevo orden internacional. Sin embargo, a casi dos décadas de comenzado el siglo XX, la economía brasileña no parece haber cumplido las expectativas en ella depositadas y, junto a la reorientación política de sus relaciones internacionales, su economía sigue teniendo una relación periférica y subordinada a los grandes centros de poder económico.
A continuación, se presenta un informe que busca caracterizar el sector externo brasileño y su evolución durante los últimos 15 años para entender la forma de inserción de Brasil con el resto de la economía mundial
Balanza comercial
La balanza comercial brasileña experimentó un cambio estructural al comienzo del nuevo siglo rompiendo, a partir del año 2001, con la tradición deficitaria de la misma, y consiguiendo superávits continuados a partir de ese momento. Esta tendencia se rompió en el año 2014 (déficit comercial de 4.153 millones de dólares), para luego retomar la senda positiva hasta marcar el máximo en el año 2017, cuando las exportaciones brasileñas superaron a las importaciones en 66.990 millones de dólares.
Si nos centramos en el comportamiento de las exportaciones durante el periodo de tiempo analizado (2004-2018), podemos comprobar en el gráfico 1 cómo éstas aumentan de forma sostenida hasta el año 2011, con la excepción de la caída que se produjo en el año 2009, derivada de la crisis financiera internacional que afectó a algunos de los principales países socios de Brasil. Sin embargo, a partir del año 2011 las exportaciones comenzaron a caer. En gran medida, esta caída se produjo por la pervivencia de una matriz primario exportadora (el 50% de las exportaciones son de productos básicos) y la caída de los precios de los productos primarios en este periodo. Hay que tener en cuenta que los tres principales productos de exportación de Brasil son la soja (que supone el 14% del total de las exportaciones), los aceites crudos de petróleo (12%) y los minerales de hierro sin aglomerar y sus concentrados (10%). Juntos suponen el 36% de las exportaciones totales y los tres sufrieron caídas de sus precios internacionales: el mineral de hierro y la soja cayeron a partir del año 2012 y el petróleo, de forma acelerada, a partir de junio de 2014.
A partir del año 2016 las exportaciones volvieron a crecer rápidamente al son de la recuperación de los precios internacionales de las materias primas.
En cuanto a los principales mercados de destino de las exportaciones brasileñas es de destacar el gran crecimiento que experimentaron las exportaciones a su principal socio comercial, China, pasando de los 47.488,4 millones de dólares exportados en 2017 a los 64.205,6 millones de dólares en 2018. En este último año las exportaciones al país asiático alcanzaron el 26,76% del total; a Estados Unidos el 12,14%; a Argentina el 6,23% y a los Países Bajos el 5,45%; quedando el resto de destinos por debajo del 5% sobre el total.
Por su parte, las importaciones acompañaron los momentos de crecimiento y decrecimiento experimentado por las exportaciones, siendo siempre menores a éstas exceptuando el ya comentado año 2014, año en el que por primera vez desde el año 2001 la balanza comercial de bienes experimentaba déficit. A diferencia de lo que sucedía con las exportaciones, en las que primaban los productos básicos por sobre los manufacturados (50% frente al 36% en 2018), en el caso de las importaciones priman los productos manufacturados (85,05%) sobre los básicos (10,41%), siendo los 4 principales productos de importación por capítulos arancelarios en el 2018: (i) los combustibles minerales, aceites minerales y ceras minerales; (ii) las máquinas, aparatos y material eléctrico; (iii) los reactores nucleares, calderas y máquinas; y (iv) los vehículos automóviles, tractores y sus partes y accesorios.
En cuanto al origen de las importaciones, los tres principales socios coinciden con los de las exportaciones con China en primer lugar y representando el 19,16% sobre el total, Estados Unidos en segundo lugar con el 16,19% y Argentina en tercer lugar con el 6,1%.
Balanza de servicios
La balanza de servicios, a diferencia de lo que hemos visto con la balanza comercial, presenta un déficit persistente durante todo el periodo analizado y que ha ido incrementándose de forma sostenida durante el periodo 2004 a 2014. A partir de ese año 2014, en el que el déficit alcanza el máximo del periodo analizado con un nivel de 48.107 millones de dólares, el mismo comienza a disminuir, principalmente como reflejo de la situación económica adversa que atraviesa la propia economía brasileña y que reduce la demanda de servicios del exterior. Sin embargo, aunque se reduce para los siguientes años, aún continúan persistiendo déficits elevados, que en el año 2018 alcanzaron los 33.950 millones de dólares.
Balanza por cuenta corriente
Si a la balanza comercial (superavitaria) y la balanza de servicios (deficitaria) le agregamos las rentas y transferencias que Brasil tiene con el exterior, obtenemos el valor de la cuenta corriente que nos va a permitir conocer la capacidad de ahorro o las necesidades de endeudamiento de la economía brasileña.
Como podemos ver en el Cuadro 3, el saldo de la cuenta corriente entre 2004 y 2007 fue positivo, demostrando la capacidad de ahorro de la economía brasileña. Sin embargo, a partir del año 2007, los superávits de la balanza comercial eran superados por la suma del déficit de la balanza de servicios y el de rentas primarias. Más allá del cambio que se avizora en el periodo de tiempo analizado, cabe señalar que los déficits por cuenta corriente han representado la normalidad del desempeño económico brasileño y su relación con el resto del mundo. El periodo con saldo positivo desde el año 2004 (en realidad, desde el año 2003) al año 2007 incluido, supone la excepcionalidad al desempeño de la cuenta corriente brasileña.
Realizada esta pequeña pero importante aclaración es necesario remarcar que la cuenta corriente, al resumir las transacciones de bienes y servicios más el pago recibido por los factores productivos nacionales desde el extranjero menos el pago realizado a factores extranjeros que producen en Brasil, determina la capacidad de ahorro externo o las necesidades de endeudamiento que tiene la economía.
Es decir, a partir del año 2008 la economía brasileña necesita salir a buscar capitales que permitan cubrir ese déficit que alcanzó su máximo nivel en el año 2014. Los principales medios de los que disponen los países para financiar los déficits de cuenta corriente son la emisión de deuda externa, la reducción de las reservas internacionales o la llegada de Inversión Extranjera Directa (IED).
Financiamiento del déficit de cuenta corriente
Como hemos comentado anteriormente, los tres principales mecanismos que permiten encontrar los capitales necesarios para financiar los déficits de cuenta corriente son la Inversión Extranjera Directa, las reservas internacionales y la deuda externa.
En el caso de Brasil la IED ha tenido un papel muy importante debido a la capacidad de atracción que tenía la economía brasileña durante los primeros años del siglo XX, siendo una de las economías emergentes con mejores perspectivas de desarrollo. Durante estos años, Brasil se destacó como el principal receptor de IED de América Latina y uno de los 4 principales receptores a nivel global.
Es necesario mencionar que existen ciertas diferencias cualitativas en la IED recibida durante el periodo de estudio. Mientras que para los primeros años el principal foco de atracción se ejercía por el buen desempeño económico de Brasil con una mayor supervisión por parte del Estado de las inversiones estratégicas, en el periodo reciente a partir del año 2016 buena parte de la IED viene llamada por el proceso de privatización y desmantelamiento del Estado que se produjo a partir de ese año.
Por sectores, la IED que llegó a Brasil en el año 2017 se distribuyó de la siguiente manera: el sector servicios acaparó el 59,1% de la inversión, seguido de la industria con un 30,9%, el sector agropecuario y de extracción mineral, con un 9,7% y la adquisición y venta de inmuebles, con un 0,3%.
En cuanto al endeudamiento externo, es necesario destacar la fuerte reducción que experimentó el mismo en los primeros años del periodo analizado, pasando del 34,28% respecto al Ingreso Nacional Bruto (INB) en el año 2004, hasta el 17,81% en el año 2007, coincidiendo con los años que se reporta superávit en la cuenta corriente.
A partir de ese momento entra en un periodo de estabilización del nivel de deuda que no supera el 20% hasta el año 2014. Durante este periodo el principal mecanismo de compensación del déficit de cuenta corriente se hizo con la ingente entrada de IED, como vimos en el gráfico 3.
Para el año 2014, año en el que el déficit de cuenta corriente alcanza su nivel máximo y que la IED ya se encuentra lejos de sus niveles más elevados, el principal mecanismo de financiamiento de la economía brasileña fue la emisión de deuda externa que alcanza su máximo en el año 2016 cuando llega al 30,89% del INB, según los datos del Banco Mundial.
En cuanto al nivel de reservas internacionales, hay que destacar el gran aumento que experimentaron las mismas hasta el año 2014, pasando de 37.823 millones de dólares en el año 2001 a los 373.147 millones de dólares en el año 2012. A partir de ese momento se estabilizan, reduciéndose en los años en los que las necesidades de financiamiento eran más elevadas y actualmente, a enero de 2019, se encuentran en el nivel de 376.984 millones de dólares según el Banco Central de Brasil.
Evolución del tipo de cambio
A partir del año 2010 el diferencial de rentabilidad entre los activos en reales y los denominados en moneda extranjera creció, lo que, unido a la crisis económica internacional, provocó la creciente entrada de capitales extranjeros a la economía brasileña tal y como hemos visto en el gráfico 3. Esta entrada provocó tensiones en el Real, lo que llevó a las autoridades monetarias a intervenir de forma activa en el mercado cambiario para evitar las tensiones en la apreciación.
Desde el año 2012 el Real pasó de cotizar a 1,96 por dólar, a 2,17 por dólar en 2013, 2,36 por dólar en 2014 y 3,39 por dólar en el año 2015. La situación económica y la inestabilidad política empujaron sistemáticamente al Real a la volatilidad y a la pérdida de valor que ha continuado en estos últimos años. En diciembre de 2017 el Real cerró el año con una cotización de 3,3 por dólar, para alcanzar mínimos en el mes de agosto de 2018 donde llegó a situarse en los 4,18 reales por dólar. En abril de 2019 se encuentra rondando los 3,87 reales por dólar.
Conclusiones
A pesar de los superávits obtenidos en la balanza comercial en todos los años analizados, con la excepción del año 2014, la relación comercial que mantiene Brasil con el resto del mundo sigue ligada a la exportación de productos de bajo valor agregado y la importación de productos de mayor valor agregado. Así lo vimos al analizar los porcentajes sobre Importaciones-Exportaciones de productos básicos y manufacturados, siendo, además, los principales socios comerciales economías extrarregionales con la excepción de Argentina. Todo esto provoca que la relación con la economía mundo siga siendo dependiente y que el resultado de la balanza comercial esté fuertemente condicionado a la evolución de los precios internacionales de las materias primas de exportación.
Además, el superávit de la cuenta comercial no compensa el déficit de la cuenta de servicios y de la cuenta de rentas primarias, produciéndose un déficit de cuenta corriente estructural que obliga a estar continuamente buscando financiamiento externo. Los saldos positivos obtenidos en la cuenta corriente entre 2003 y 2007 suponen una excepcionalidad a los resultados históricos.
En este sentido, la IED ha supuesto una de las principales vías de entrada de recursos desde el exterior, alcanzando máximos en aquellos años en los que la economía brasileña crecía muy por encima de la media mundial y las rentabilidades ofrecidas a los capitales extranjeros eran muy superiores a los de las economías centrales.
Brasil pudo contar con un buen colchón de reservas internacionales, generado principalmente entre los años 2003 y 2011, que le permitió tener un mayor margen de maniobra en los años en los que la restricción externa apretaba con más fuerza a su economía. Sin embargo, durante el último periodo analizado, la deuda externa como porcentaje del INB creció y pasó casi a doblar en el año 2016 (30,89%) los valores obtenidos en el año 2008 (16,29%).
En resumen, la relación de Brasil con el resto del mundo sigue presentando los síntomas de las economías dependientes en su relación comercial primario exportadora y sujeta a la tensión del deterioro de los términos de intercambio en el medio y largo plazo, la competitividad en base a la depreciación de la moneda, y las necesidades estructurales de financiamiento externo. Aún queda lejos el rol potencial que Brasil puede jugar en la nueva reconfiguración de la economía mundial y, más allá de que las medidas que se están implementando en los últimos tiempos vayan a conseguir revertir la situación, todo parece indicar que profundizarán la inserción subordinada y dependiente de Brasil en la economía mundo capitalista.