Un análisis del porqué los progresismos pueden morir de éxito y sobre cómo evitarlo
Los gobiernos progresistas de nuestra región no terminan de entender la clase media y esto es uno de los determinantes de algunos fracasos electorales recientes. Llegaron al poder en la década pasada, apoyándose en un discurso igualitario que caló hondo en la tierra arrasada que dejaron las políticas neoliberales y las crisis que desencadenaron en toda América Latina durante los ‘90. Estos nuevos gobiernos fueron consecuentes con su discurso igualitario y durante la década ganada lograron sacar de la pobreza a más de 90 millones de ciudadanos que pasaron a enrolar el ejército de esta clase media incomprendida. Así, la clase media engordó con estos nuevos ascensos y el de los jóvenes que tuvieron la fortuna de nacer en esta clase media sin haber padecido las penurias que sufrieron sus padres.
Este cambio en la estructura de clases transformó las expectativas y aspiraciones materiales de millones de ciudadanos, sin embargo, el discurso de los gobiernos que lograron este ascenso social no se ha modificado muy poco a lo largo de esta década. Para decirlo claramente, el progresismo le sigue dirigiendo la palabra a un interlocutor que ya no existe, que se mudó de clase, y ahora quiere escuchar otras cosas.