La inflación suele ser un crimen con víctimas y sin culpables. indudablemente, la principal víctima de la inflación es el bolsillo de los trabajadores. Sin embargo, mucho más complejo es determinar responsabilidades. Los empresarios le echan la culpa al Gobierno porque gasta, y a los trabajadores porque pretenden mayores salarios. Los trabajadores culpan a la codicia de los empresarios. Y el Gobierno es quien actúa como moderador en medio de esta puja distributiva, decantándose a favor de uno u otro dependiendo de su color.
Curiosamente, entre los culpables de la inflación, rara o ninguna vez se acusa a la evasión. Veamos…
El dinero vale porque alguien lo acepta como medio de pago. ¿Por qué alguien aceptaría que le paguen con un papelito de color? La respuesta es muy simple y se basa en un truco muy viejo que usaron los chinos cuando inventaron el dinero papel hace mil años: ¡porque el Estado lo recibe para cobrar impuestos! En un extremo, el Estado crea dinero y, en el otro, lo destruye (recaudando). Mientras menos recaude, el dinero tendrá menor valor.
Entre todas las fuentes posibles de inflación, como la estructural, la monetaria, la de costos, la adaptativa y así…, definitivamente la de la evasión tributaria es la menos analizada.
La evasión fiscal es inflacionaria porque le impide al Estado destruir parte del dinero que creó. Si agregamos que un 90% o más[1] de este dinero evadido se fuga al exterior, la inflación pasa de inflacionaria a superinflacionaria porque lo evadido va a parar a demanda de dólares, depreciando el peso e impulsando la inflación a través del canal del traslado a los precios de costos o expectativas.
Henry James[2], investigador de Tax Justice Network y de la Universidad de Columbia, estima que el dinero de la evasión tributaria latinoamericana acumulado entre 1979 y 2014 rondaba los 2 billones de dólares (2 millones de millones), equivalente al 118% de la deuda de la región. Venezuela, México, Argentina y Brasil son los campeones latinoamericanos en evasión, con 427, 394 374 y 278 miles de millones de dólares, respectivamente, en 2014. Estas cifras representaban el 128% de la deuda externa de Argentina, el 91% de la de México, el 50% de la de Brasil y el 391% de la de Venezuela. Sin evasión, no habría deuda. En Argentina, la evasión total actualizada hasta 2020 se aproximaría al medio billón de dólares, unas diez veces el valor en dólares de la cantidad de dinero existente en la economía, que en marzo pasado equivalía a unos 51 mil millones de dólares[3]
El grueso de la evasión proviene de las estrategias de las grandes empresas y multinacionales para transferir ganancias a jurisdicciones con nula presión fiscal. En Argentina, las prácticas fiscales nocivas de las multinacionales (sobre todo grandes cerealeras) se eleva a una cifra de 21 mil millones de dólares anuales (un 4,4% del PIB), según los investigadores de la Universidad de Naciones Unidas ONU-WIDER[i]. Esta cifra representa casi la mitad de la totalidad del dinero existente. Los datos son contundentes y la conclusión evidente: si hay inflación y el dinero pierde valor, es porque hay evasión. Sin evasión podría haberse creado mucho más dinero que terminaría contribuyendo a crear más crédito y riqueza. Los impuestos evadidos se fugan, y una gran proporción de lo fugado termina comprando bonos de deuda, [4] así que el dinero que tendría que haber cobrado el Estado como impuestos, ¡termina cobrándole al Estado intereses! (haciendo que la inflación sea aún más inflacionaria, ya que aumenta la demanda de divisas).
“Evasión, fuga, deuda e inflación”, son las cuatro caras de esta historia poliédrica, que podría ser virtuosa si cada contribuyente comenzara a pagar lo que corresponde. La evasión para las economías latinoamericanas es una lluvia de inversiones al revés, de abajo para arriba. Así que, cada vez que un economista del establishment le eche la culpa de la inflación al gasto público o a los salarios, recuérdale que tenga en cuenta este pequeño detalle: la evasión.
[1] «En casos como México y Argentina, el 90% o 95% de esos capitales ha sido reinvertido fuera, en general en activos con bajos rendimientos, como depósitos bancarios o bonos y acciones de los mercados occidentales”. https://elpais.com/elpais/2014/08/04/planeta_futuro/1407154193_141507.html
[2] The Global Haven Industry, James S. Henry, abril 201.
[3] Calculado dividiendo la definición M2 de dinero al tipo de cambio oficial.
[4] @hernanea Hernan E. Arbizu dixit.
[i] Cobham, A. & Janský, P. (2017) Global distribution of revenue loss from tax avoidance: Re-estimation and country results. WIDER Working Paper 2017/55. Helsinki: UNU-WIDER. Citado por https://www.pagina12.com.ar/267145-alex-cobham-las-companias-que-ganan-con-el-coronavirus-deber