Hace tan sólo una semana se inauguraba la nueva Sede de la Secretaría General de la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, en la Mitad del Mundo, en el norte de Quito. Tras las felicitaciones y regocijos de la celebración, toca ahora hacer una reflexión sobre el futuro de la integración regional y el papel que … Seguir leyendo

Hace tan sólo una semana se inauguraba la nueva Sede de la Secretaría General de la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, en la Mitad del Mundo, en el norte de Quito. Tras las felicitaciones y regocijos de la celebración, toca ahora hacer una reflexión sobre el futuro de la integración regional y el papel que en la misma puede, y debe, jugar la UNASUR.

El acto de inauguración de la Sede fue acompañado por la celebración de una reunión extraordinaria del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la UNASUR y un Seminario Internacional sobre “Integración y Convergencia en América del Sur”. En la reunión extraordinaria se realizó además la transferencia de la Presidencia Pro Témpore, que hasta ese momento la tenía el Presidente de la República de Suriname, Desiré Delano Bouterse, al Presidente de la República Oriental del Uruguay, José Mújica.

Los diferentes actos estuvieron marcados por la fuerza de los discursos apostando por la integración suramericana, incluso algunos de ellos pidiendo la ampliación de la concepción integracionista hacia el resto de la región latinoamericana y caribeña.  Todo lo que se podía escuchar era la fortaleza con la que se vivía la integración regional en el seno de la UNASUR. Sobre esto, es cierto que en los últimos meses se ha creado la Escuela Suramericana de Defensa, la Unidad Técnica Electoral y se ha dado un fuerte impulso al Grupo de Trabajo sobre Ciudadanía Suramericana.  Sin embargo, la Declaración de la Reunión Extraordinaria del Consejo de Jefas y Jefes de Estado decepcionaba en parte por no tocar algunos de los grandes temas pendientes del bloque, como por ejemplo la creación del Centro de Arbitraje Regional.

En los últimos años varias fueron las causas que llevaron a la UNASUR a padecer cierta desaceleración en sus avances. Algunas causas inevitables, como los fallecimientos de Néstor Kirchner y de Hugo Chávez, o la enfermedad del anterior Secretario General en el ejercicio de sus funciones, el venezolano Alí Rodriguez. Otras causas, sin embargo, si voluntarias y ligadas a los intereses de algunos de los países de la región que no apostaban tan decididamente por la profundización de la integración en los marcos propuestos por la UNASUR.

Sobre este punto es necesario tener en cuenta que las decisiones en el seno de la UNASUR se toman por consenso de todos los miembros, lo cual permite que un solo país pueda vetar los acuerdos alcanzados por el resto de miembros del bloque. Sobre esto se manifestaba la pasada semana el Presidente Rafael Correa y proponía “revisar nuestros estatutos [de la UNASUR] y en los puntos importantes establecer no consensos, sino mayorías cualificadas”. Esto resulta de vital importancia para el desempeño futuro de la UNASUR, pues permitirá que los países no tengan derecho a vetar las grandes propuestas alcanzadas por la mayoría cualificada de los países. A esto, además, hay que añadir la propuesta de nueva Estructura Interna que se está debatiendo para la Secretaría General y que debe permitir la consolidación de la misma. Estos cambios institucionales son fundamentales para que el sueño de la integración suramericana siga avanzando sin más obstáculos.

Otro de los grandes desafíos a los que se enfrenta la UNASUR en los próximos tiempos es el de conseguir aglutinar a parte de los bloques de integración regionales. Para ello, esta semana el Secretario General de la UNASUR, Ernesto Samper, ha confirmado que en el mes de enero se creará la Mesa de Convergencia. Es claro que la UNASUR no podrá iniciar un proceso de convergencia con todos los procesos de integración. Por ejemplo, muy lejano queda la mera orientación económica-comercial de la Alianza del Pacífico. Sin embargo, con el resto de bloques sí que debe haber un mayor acercamiento, principalmente con la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercosur, pero sin olvidar otros espacios más amplios que los que abarca la propia región suramericana, como ALADI o como CELAC. Incluso con la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), con quien más que una convergencia, es necesario entender que sin la creación del ALBA, que el 14 de diciembre cumple 10 años, la UNASUR no sería lo que es hoy.

UNASUR debe ser el pilar regional que permita a la región alcanzar su plena soberanía y una inserción más justa y equitativa en el sistema mundial. Nos encontramos en un período de transformación del sistema mundial que avanza hacia la construcción de un nuevo equilibrio multipolar. América Latina, y más específicamente, Suramérica, tienen un papel fundamental en alcanzar este objetivo. La región ha comenzado a establecer límites y espacios autónomos frente a las injerencias de las potencias u organizaciones externas a la región. Aunque es cierto que algunos no se quieren dar por enterados, como Christine Lagarde y sus ofensivas declaraciones frente algunos de los espacios de integración regional. Ante estos ataques, la respuesta de Samper fue firme y consideró las declaraciones de la Presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI) como “inaceptables”[1].

Está claro que la inauguración del nuevo edificio no es por sí mismo el motivo que vaya a impulsar a la UNASUR a recuperar toda su fortaleza. Lo que hará recuperar su rol protagónico en la región y en el sistema internacional será el trabajo de la Secretaría General y el de los gobiernos de cada uno de los países en su apuesta por la integración. El fortalecimiento institucional, y más concretamente el fortalecimiento de la Secretaría General, junto con la convergencia con otros bloques deben convertirse en pilares prioritarios para lograr un mayor dinamismo del ente regional. La Secretaría General y los Jefes y Jefas de Estado mostraron la semana pasada en sus discursos su empeño en que así sea. Queda ahora que lo discursivo pase al terreno de la acción, y sobre esto, Ernesto Samper, está dirigiendo todas sus energías. Dentro de un año, cuando se celebre el primer aniversario de la nueva Sede, ojalá celebremos también otros muchos avances en el proceso de integración suramericano.

[1] “Samper cree “inaceptables” declaraciones de directora de FMI”. 8 de Diciembre en http://www.portafolio.co/internacional/samper-lagarde-fondo-monetario-internacional-unasur

Sergio Martín-Carrillo

Máster en Desarrollo Económico y Sostenibilidad (UPO) (España)

Sergio Martín-Carrillo es máster en Desarrollo Económico y Sostenibilidad por la Universidad Internacional de Andalucía (UIA) y la Universidad Pablo de Olavide (UPO) y licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Granada (UGR). Ha sido docente-investigador en el Centro de Relaciones Internacionales del Instituto de Altos…