El 28 de enero de 2005, Hugo Chávez firmó junto a su par argentino Néstor Kirchner, el convenio donde se establecía la sociedad entre ambos países para formar parte del emprendimiento multiestatal Telesur. El objetivo, desde su génesis, fue la integración latinoamericana a partir de la difusión de las voces alternativas sobre las situaciones coyunturales de la región. Este canal de noticias se convirtió así en una herramienta transformadora desde y para la comunicación.
La Nueva Televisión del Sur C.A. (Telesur) está integrada también por los gobiernos de Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y Uruguay. El Estado argentino es dueño del 16% de dichas acciones.
En la actualidad, el monopolio de los medios de comunicación, en su rol de fiel representante de los intereses económicos y políticos de los sectores más conservadores a lo largo y ancho de América Latina, interviene de forma evidente en el proceso de desestabilización y desprestigio de los gobiernos progresistas elegidos democráticamente por sus pueblos.
En Argentina, en el año 2009, se discutió y sancionó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley N° 26.522) creando, hacia el año 2010, el AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación), organismo que la regulaba. Tanto la “Ley de Medios” como el canal Telesur, han enfrentado el desafío de crear alternativas de información contrahegemónicas, luchando contra los holdings mediáticos, buscando comunicar desde y para el pueblo.
A solo cien días de la nueva gestión, no resulta extraño que el gobierno de Mauricio Macri haya avanzado implacablemente contra esta ley y haya desvinculado a Argentina de la señal de noticias Telesur.
Esta nueva decisión de la gestión PRO implica, entre otras cosas, que el canal deja de ser estatal, por lo que la señal ya no estará incorporada a la plataforma de Televisión Digital Abierta (TDA), la cual alcanza a más del 80% de la población argentina[1]. Al mismo tiempo, las operadoras privadas de cable ya no tienen la obligación de incorporarla a su grilla. Esto ya se había observado en la teleoperadora más grande del país, Cablevisión (que forma parte del grupo Clarín), cuando a fines de febrero se denunció la ausencia de señal de Telesur.[2]
El ministro de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, ha manifestado que la decisión se da en un marco de oposición a las políticas impartidas por el gobierno de Venezuela y agregó que Argentina no tiene injerencia en torno a los contenidos del canal[3]. No obstante, resulta paradójico que la justificación del hecho sea la defensa de la pluralidad de voces, en un contexto donde periodistas de diversas emisoras radiales y programas periodísticos fueron despedidos sin causa, para garantizar que el único discurso hegemónico que se difunda, consolide y prevalezca sea el del oficialismo, desde una estrategia disciplinatoria: la persecución ideológica a las voces disidentes.
El gobierno de Macri y el resto de las derechas de América Latina tienen claro que una de las batallas más importantes es la ideológica, y los medios de comunicación son una de las herramientas más efectivas para “crear realidades” a la medida de los intereses de estos grupos. El blindaje mediático es evidente para cualquiera que acceda a información diferente a la expuesta por los medios hegemónicos. Pero precisamente esa “información diferente” es la publicada por Telesur.
[1] http://www.lanacion.com.ar/1883455-el-estado-argentino-se-va-de-la-cadena-telesur
[2] http://www.telesurtv.net/news/teleSUR-10-anos-informando-a-la-region-20160301-0021.html
[3] http://www.lavoz.com.ar/politica/argentina-se-va-de-la-cadena-telesur