Al parecer, las próximas elecciones mexicanas tendrán un claro ganador: el progresismo encarnado en Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Allí, como en todos los escenarios políticos latinoamericanos, la posibilidad de que el poder se diluya de las manos de las élites de siempre enciende las alarmas y las maquinarias. Las últimas encuestas, incluso la de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), dan a AMLO una intención de voto del 41.7%, contra un 21% de Ricardo Anaya del PAN-PRD y un 13% a José Antonio Meade (PRI).[1]
Estas elecciones serán decisivas por varios aspectos. Están en juego la presidencia y el 80% de la composición política del país: 500 diputados, 128 senadores, 9 gobernadores, legisladores de 27 congresos estatales y 1.596 ayuntamientos municipales.[2] Además de la presidencia, el partido de gobierno (PRI) podría perder -según recientes sondeos- 3 de los 14 Estados donde gobierna. Está en juego, también, la continuidad del histórico bipartidismo PRI y PAN (a pesar de su coalición con PRD) y la entrada al gobierno federal de un partido político de reciente creación (MORENA) que se ubica en el centro-izquierda electoral.
Para que nada cambie, el establishment político desplegará al máximo su maquinaria electoral. Ésta comprende las maquinarias partidistas, las que están enquistadas en los organismos de regulación y control electoral en el Estado, grupos parapoliciales y/o del narco que operan con violencia para determinados candidatos, y las grandes encuestadoras y medios de comunicación hegemónicos que posicionan a los representantes de los grupos de poder ante la opinión pública.
Encuestas y maquinarias electorales
Las maquinarias electorales existentes se reflejan de dos maneras en las encuestas de México. La primera, inflando deliberadamente al candidato preferido del establishment con la finalidad de instalar un “caballo ganador”, que sirva de propaganda e induzca la preferencia del votante por el “puntero” –no olvidar que las grandes empresas encuestadoras pertenecen, también, al establishment–. La segunda, porque la ciudadanía es tan consciente del poder de las maquinarias sobre el resultado, que tiende a sobreestimar la performance electoral del candidato favorito de las élites.
Las elecciones de 2006 y 2012 dejaron claro que se puede inflar a un candidato vía encuestas. En 2006 ninguna de ellas sacó datos similares a los del día de la elección: la diferencia entre Felipe Calderón (PAN) y AMLO (entonces Coalición por el Bien de Todos) fue de 0.56%, mientras que las encuestas daban 39 puntos a Calderón y 35 a López Obrador.[3]
Promedio de encuestas al mes de junio de 2006
En el 2012, todas las encuestas que fallaron en 2006 volvieron a equivocarse:[4] inflaron al candidato del PRI, Peña Nieto, que fue electo presidente a pesar del “descalabro de mayo” [5] en detrimento de AMLO (entonces por Movimiento Progresista). Por ejemplo, Gea-ISA daba a Peña Nieto 46.7% contra un 28.1% de AMLO.[6] La votación en aquel año terminó con 38.21% de votos para Peña Nieto y 31.59% para AMLO.[7]
Promedio de encuestas en el mes de junio de 2012
Por las razones esgrimidas antes, las encuestas realizadas en 2018 deberían ser tomadas con precaución. Si bien se estiman siempre los márgenes de error, en México han sido altos en las últimas dos elecciones. Aunque todas indiquen que el puntero es el candidato de MORENA -y le den ventajas de entre 11% y 8%- los márgenes de error pasados eran de 5% o más, salvo las encuestas de Grupo Reforma y Berumen y Asociados, que fueron los que tuvieron menor margen de error.
Promedio de encuestas en el mes de junio de 2018
Maquinarias partidistas: actores y modalidades
El gran favor que a las élites hacen las grandes consultoras de opinión para direccionar el voto se compara poco a la incidencia de las maquinarias partidistas. Alternándose en el poder durante décadas, especialmente el PRI y el PAN han organizado sólidos entramados territoriales para coaccionar la voluntad del votante a su favor.
Las modalidades utilizadas por la maquinaria partidista son el reparto de favores políticos, bienes (como medicinas y materiales de construcción), servicios y/o dinero a cambio de votos o apoyo político de algún tipo. Esto ocurre principalmente entre los sectores más desfavorecidos de la población (en términos numéricos), aunque el intercambio de apoyo político por beneficios y prebendas alcanza también a sectores socioeconómicos acomodados.
La estructura de estas redes de agentes, con distinto grado de llegada territorial y acceso a los recursos, es de tipo piramidal. Va desde el barrio o la colonia hasta la gobernación y opera de manera continua, aunque durante las contiendas electorales adquiere modalidades específicas. En las campañas electorales se despliega un volumen mayor de recursos materiales y humanos que motoriza apoyos de transportistas (para llevar a los ciudadanos a los puntos de votación) y/o cooptan instituciones con cierto grado de organicidad, como gremios, cooperativas, etc.[8][9]
Financiamiento de la maquinaria
Si bien el INE fijó como tope para una campaña presidencial 429 millones de pesos (casi 21 millones de dólares), se estima que, por cada peso reportado como gasto a la entidad, se utilizan 15.[10] Principalmente, este gasto “extra” es lo que se destina al financiamiento de la maquinaria territorial. Por esta razón los partidos y los candidatos acuden al financiamiento ilícito, que es muy difícil de conocer con exactitud.
Una de las fuentes para el financiamiento ilícito es el propio Estado. El año pasado se conocieron sustracciones millonarias a las arcas públicas, como mostró la investigación periodística denominada “Estafa Maestra” que dejó al descubierto un desfalco de 3.433 millones de pesos que el Gobierno asignó a universidades públicas y éstas, a su vez, dieron en contratos a empresas fantasma.[11] Uno de los señalados en la denuncia fue el candidato Antonio Meade (PRI).[12] Esta estafa se sumó a la de Estados como Veracruz, y a los desfalcos de la Secretaría de Desarrollo Social, Caminos y Transportes y PEMEX.
El narcotráfico es otra fuente importante para el financiamiento de campañas electorales. El problema con este tipo de recursos, como todo el que procede de fuentes ilegales, es seguirle el rastro. Al igual que el anterior método, opera con empresas que lavan dinero y las cantidades, millonarias, se manejan con dinero en efectivo.[13]
Coacción violenta
Existen otros mecanismos utilizados por la maquinaria que recurren directamente a la violencia física para alentar o desalentar el comportamiento del elector. Si bien se sabe que ciertos grupos paraestatales operan con ciertos partidos políticos desde hace más de tres décadas –como Antorcha Campesina, para el PRI–, las elecciones de 2012 dejaron claro que el narcotráfico es un actor más en las elecciones y en la política. Dejarlo fuera sería un error grave en el análisis electoral mexicano.
Un caso sonoro sucedió en 2012, en el estado norteño de Chihuahua, donde se denunció que, por lo menos, 800 casillas fueron violentadas y hubo casos de coacción del voto por el narcotráfico para que votaran por el candidato priísta. Otras estrategias usadas por el narcotráfico son casillas con más del 100% de votos, cifras cambiadas, desaparición de boletas y urnas, sobornos, compra de funcionarios, impedimento para firmar las actas de resultados y, por ende, su nulidad.[14] Al día de hoy, 113 políticos han sido asesinados desde que comenzó el actual periodo electoral, en septiembre del pasado año.[15]
La maquinaria en los organismos electorales
A pesar del registro de toda la maquinaria que opera en las elecciones y de la cantidad de ilegalidades en todo el proceso electoral, las instancias encargadas de impartir justicia electoral no parecen querer advertirlo. Justamente, constituyen una parte fundamental de la maquinaria porque les garantizan impunidad.
En 2006, el entonces Instituto Federal Electoral (IFE, ahora INE) dio como ganador a Felipe Calderón con menos del 15% de actas contadas. En 2012 se llevaron a tribunales causas por compra de votos, coacción de votantes e irregularidades entre el conteo rápido y las actas. A pesar de comprobar las graves faltas, no se anularon las elecciones. Entre otros detalles relevantes para el presente, el encargado de la fiscalización del INE, Lizandro Núñez Picazo, es hombre cercano al candidato del PRI.
Reflexiones finales
Las maquinarias electorales en México son y han sido poderosas. Pero puede que, esta vez, encuentren su límite. Con el espejo de la reciente experiencia electoral colombiana por delante, quizás puede ser este el momento de creer que son más débiles que la necesidad de cambio y prosperidad de un pueblo, como el mexicano, que se ha cansado de que los protagonistas de su historia sean siempre los de arriba. Además, se suman a actos de corrupción sistemáticos por parte de la clase política que beneficia a ciertos grupos económicos, violencia política sin control en la cual el Estado ha sido parte, una creciente devaluación e inflación, incremento de productos básicos para la población y el crecimiento de la pobreza en el país.
Este cóctel neoliberal de los últimos treinta años –a cargo del PRI y del PAN– pueden dejar al PRI en el peor lugar en la historia electoral contemporánea de México y, al PAN, dividido profundamente. Es probable que asistamos a una reconfiguración política que abra una ventana de posibilidades de cambio en el país.
[1] http://www.elfinanciero.com.mx/elecciones-2018/amlo-lidera-encuesta-presentada-por-la-coparmex
[2] https://www.altonivel.com.mx/elecciones-2018/elecciones-2018-candidatos-estados-fechas-seguir/
[3] http://mexicomaxico.org/Voto/elec2018.htm
[4] http://www.sinembargo.mx/17-12-2017/3360859
[5] https://www.proceso.com.mx/307224/pena-nieto-amarga-leccion-en-la-ibero
[6] https://www.animalpolitico.com/2012/06/promedio-de-encuestas-da-13-puntos-de-ventaja-a-epn-8-de-junio/
[7] http://portalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/IFE-v2/CNCS/CNCS-IFE-Responde/2012/Julio/Le010712/Le010712.pdf
[8] https://www.nexos.com.mx/?p=18989
[9] Por ejemplo, el sindicato de maestros (SNTE) en 2006 dio su voto a Felipe Calderón debido a la alianza entre el candidato del PAN y la dirigente sindical, Elba Esther Gordillo quien, para 2012, dio el voto del magisterio al candidato del PRI, Peña Nieto, que años después la metería a la cárcel por corrupción. Otro caso más está en las organizaciones obreras como la Confederación de Trabajadores de México (CTM) que históricamente está incorporada a la estructura partidista del PRI.
[10] https://dinerobajolamesa.org/wp-content/uploads/2018/05/Dinero-Bajo-la-Mesa.-Financiamiento-y-Gasto-Ilegal-de-las-Campa%C3%B1as-en-M%C3%A9xico.pdf
[11] https://www.animalpolitico.com/estafa-maestra/
[12] http://www.elfinanciero.com.mx/nacional/mc-denuncia-a-meade-y-robles-por-presunto-desvio-de-recursos
[13] http://www.eluniversal.com.mx/columna/ricardo-raphael/nacion/de-como-el-narco-financia-la-politica
[14] https://hemeroteca.proceso.com.mx/?p=313234
[15] https://www.nodal.am/2018/06/violencia-electoral-en-mexico-balearon-a-candidata-del-pri-y-ya-suman-113-los-politicos-asesinados/