La debilidad estructural del Partido Colorado -que ya se había escenificado desde las primarias, en diciembre de 2017, con una pugna abierta entre Mario Abdo Benítez y Santiago Peña (precandidato que apoyaba Horacio Cartes para sucederle en la presidencia)- resurgió después de que Horacio Cartes anunciara su renuncia a la presidencia del Paraguay el pasado 28 de mayo.
La jugada política activada por el mandatario, para poder asumir como senador activo y no como senador vitalicio[1] después de abandonar la jefatura del Ejecutivo (en una violación flagrante del art. 189 de la Constitución de la República) es la continuación de una estratagema para no alejarse de su fuero de poder.
I
El pasado mes de abril, la Corte Suprema de Justicia ratificó la candidatura de Cartes –rechazando la acción de inconstitucionalidad interpuesta por la oposición[2]– y permitió al mandatario encabezar la lista al Senado por el Partido Colorado en las elecciones del pasado 22 de abril. Sin embargo, para asumir como senador y jurar el 1 de julio como tiene previsto, su renuncia debe ser aceptada por el Congreso, tal y como versa el artículo 202 de la Constitución.[3].
Así las cosas, el pasado miércoles 30 de mayo, día en que se iba a sesionar sobre la renuncia de Cartes sólo 13 de 45 senadores acudieron al Congreso, los cuales pretendían habilitar al mandatario para jurar como senador. La ausencia de quorum (se precisaba, al menos, de 23 senadores para llevar a cabo la sesión) que ya habían manifestado que propiciarían Luis Castiglioni, Blanca Ovelar y Arnoldo Wiens -del sector favorable a Mario Abdo- escenificó la ruptura anunciada por el presidente del Partido, Pedro Aliana, como advertencia a los disidentes.
El presidente electo, por su parte, se lavó las manos y -aunque se manifestó contrario a la decisión de la Corte Suprema de Justicia- indicó que, aunque no gusten, deben respetarse los fallos de las instituciones correspondientes. Abdo es cauteloso en un momento en el que sabe que, si bien la ruptura interna es un hecho, lo más seguro es que tenga que contar con el millonario empresario y su bancada en un futuro nada lejano, a pesar de ser un lastre político.
Este es su más grande problema y el origen de la debilidad de su gobierno ya que en todo momento deberá atender al dirigente peor valorado por la ciudadanía, involucrado en múltiples denuncias por contrabando y otros negocios ilícitos para alcanzar la gobernabilidad.
Consciente de la fragilidad del presidente electo, Cartes está activando todas las vías de presión para que su renuncia sea aceptada, incluso retrasando al máximo la autorización de ingreso de los nuevos equipos de gobierno a las distintas instituciones del Estado, algo inédito en la historia democrática del Paraguay. En los próximos días habrá novedades y se verá quién tiene el mejor pulso al interior del Partido, que vive una fuerte tensión desde el inicio del gobierno.
II
Por lo pronto, todo parece indicar que el ejercicio de higiene democrática va a quedar en las manos de un sector de la oposición, liderado por un Efraín Alegre que manifiesta una línea clara de rechazo a toda forma de inconstitucionalidad: “No corresponde que, una vez más, la democracia esté atropellada por la prepotencia, la violencia, por proyectos mesiánicos que atropellan nuestra institucionalidad”, remarcaba el ex-candidato presidencial.
El escenario, ante la patente debilidad de Mario Abdo, sigue siendo el de la construcción de una oposición con actividad permanente y presencia mediática que se erija en la indignación de la ciudadanía movilizada en torno a un objetivo: acabar con la corrupción enquistada en las instituciones democráticas del Paraguay.
[1] “Los ex presidentes de la República, electos democráticamente, serán senadores vitalicios de la Nación, salvo que hubiesen sido sometidos a juicio político y hallados culpables. No integrarán el quórum. Tendrán voz, pero no voto”.
[2] http://www.ultimahora.com/patria-querida-buscara-impedir-juramento-cartes-n1144329.html
[3] Inciso 16: aceptar o rechazar la renuncia del presidente de la República y la del vicepresidente;