Se cumplen tres años del golpe de Estado parlamentario contra el expresidente paraguayo Fernando Lugo. Desde entonces, son múltiples las crisis y problemas que evidencia la gestión del actual mandatario Horacio Cartes en «el Paraguay sin tierra», tal como llaman al país sus propios campesinos.
Los avances, desde entonces, han sido inexistentes. Tanto en el plano económico como en el político política, se exhiben una serie de indicadores que distancian por mucho el escenario actual del que se vislumbraba en 2010, año en que Paraguay alcanzó un récord histórico de crecimiento económico del 15 por ciento de su PIB y se universalizó, por primera vez en la historia de dicho país, el sistema de salud convertiéndolo en público y gratuito.
A tres años del quiebre de aquél proceso democrático, bajo el actual mandato conservador del presidente Cartes, son diversos y notorios los retrocesos en el Paraguay, en especial en materia de tierras y desigualdad. Por caso, Paraguay sigue destacándose como uno de los países más desiguales de América latina, la concentración de la riqueza se ha acelerado y acentuado y la soja transgénica sin valor agregado se convitió de manera excluyente en la base de la exportación. Al mismo tiempo, los campesinos siguen sin ser incorporados a la cadena productiva con el agravante de que no han dejado de ser objeto de múltiples persecuciones y asesinatos, en el marco de las interminables disputas por la tenencia y el uso de las tierras. Mientras, la alianza entre terratenientes, poderes públicos y fuerzas de seguridad continúa fortaleciéndose.
Desigualdad
Medido en términos del Coeficiente Gini, Paraguay es uno de los países más desiguales de la región: según la Encuesta Permanente de Hogares realizada en 2014 por la Dirección General de Encuestas, Estadísticas y Censos (DGEEC), en el período comandado por Cartes la pobreza extrema aumentó del 10,1% al 10,5%, la reducción de la pobreza se interrumpió en 2014 y, en concreto, unas 33 mil personas pasaron de ser pobres a indigentes. En este sentido, quienes viven en condiciones de pobreza o recién salieron del umbral, se ven amenazados por una condición de volatilidad por factores como la informalidad laboral, limitaciones en la agricultura campesina y la desigualdad en el acceso a los servicios básicos. En paralelo, al tiempo que los pobres acceden cada vez a menor cantidad de ingresos, los ricos han logrado recaudar mayor cantidad de dinero: según datos de la CEPAL, la quinta parte de los más pobres se llevan solo el 3,8 por ciento de los ingresos del país, en contraste con el 52,7 por ciento que queda en manos del quinto más rico. Pese a que la CEPAL prevé que el crecimiento económico de paraguay en 2015 será de 4,2 por ciento, expertos aseguran que este no será suficiente si no existe un crecimiento con redistribución y un control de la evasión de impuestos, cuyos niveles son tal altos que, sin ellos, la recaudación en tributos se duplicaría.
Acaparamiento de tierras
Paraguay también es la nación más desigual del mundo en cuanto a la concentración de tierra, y éste es uno de los problemas principales que, lejos de resolverse en los últimos años ha ido acentuándose.
Según datos oficiales, el 2,6 por ciento de los propietarios controlan el 85 por ciento de la tierra cultivable paraguaya, la base del poder político y económico en el país. Por lo general, estos campos constituyen lo que se conoce como “tierras malhabidas”, que debían destinarse a la reforma agraria prevista en la Constitución, pero que -en su lugar- terminaron en manos de simpatizantes de la dictadura de Alfredo Stroessner o amigos de la cúpula del estado. Entre 1954 y 2003, 32 por ciento del territorio cultivable fue adjudicado de manera fraudulenta, y en la actualidad el 1,6 por ciento de los propietarios se reparten el 80 por ciento de la tierra agrícola y ganadera del país, que alcanza un tamaño similar a españa…
Horacio Cartes no ha avanzado en esta materia, ni ha dado respuestas a las múltiples demandas de las comunidades y movimientos campesinos que en los últimos tres años han sido protagonistas de movilizaciones multitudinarias en defensa de las tierras, de la semilla nativa y de las formas de producción tradicional. Y es que el 92 por ciento de la tierra cultivable de paraguay se usa para producir alimentos destinados sólo a la exportación. De ellos, el 20 por ciento está controlado por extranjeros, en especial por inversores de origen brasileño. Entre tanto, la soja -producto estrella de Paraguay- hace del país el cuarto productor y el sexto exportador mundial, y durante el período presidencial de cartes, unas seis variedades de semillas transgénicas se han liberado. El mandatario se ha enfocado en grandes proyectos agroindustriales y en estrechar aún más la relación con grandes transnacionales y el libre mercado, mientras a millones de paraguayos se les sigue negando la oportunidad de acceder a tierras propias.
Así, a tres años de la abrupta e ilegítima interrupción del gobierno de Fernando Lugo, Paraguay muestra crecientes índices de injusticia y desgiualdad y una extensa lista de demandas sociales pendientes. No sólo constituyó aquel golpe un retorceso democrático, sino también un claro perjuicio para las mayorías populares paraguayas.