Análisis del comportamiento del sector financiero y su poco o nulo compromiso con el desarrollo del país.

  • México tiene el segundo sistema bancario más grande de América Latina. Sus activos representan el 12 % del total regional.[1]
  • De todos modos, en términos relativos, la banca mexicana parece estar por debajo de su potencial, ya que los activos de la banca representan un 48 % del PIB del país, el registro más bajo después de Argentina y muy lejos del 95 %, 115 % y 132 % del PIB que representan los activos bancarios de Bolivia. Brasil y Chile respectivamente.
  • La economía brasileña, la más grande de la región, es apenas un 50 % mayor a la mexicana, pero su banca es casi 4 veces más grande. Esa distancia es una aproximación al crecimiento potencial que podría tener el crédito del sistema bancario y puede ser un reflejo de falta de competencia en el sector que genera racionamiento y encarecimiento del crédito que lastra su expansión.

Propiedad

  • A grandes rasgos, la estructura de propiedad de la banca latinoamericana está repartida en tercios. Uno de ellos lo ocupa la banca privada doméstica, otro la banca pública y otro la banca extranjera. En tres países, Argentina, Uruguay y Brasil, la banca pública tiene una alta participación (en todos los casos por encima del 35 % de los activos), mientras que, en 6 países, predomina el sector privado doméstico (Perú, Paraguay, Chile, Colombia, Bolivia y Ecuador). México es un caso único en la región, porque la banca extranjera representa casi el 60 % de los activos. Es un sistema bajo control externo, porque la banca pública y la banca privada doméstica representan aproximadamente 1/5 del total de activos cada una.
  • Además, el 80 % de la banca extranjera está en manos de cuatro bancos, los españoles BBVA (19,5 % del total de activos) y Santander (12,9 %), y los anglosajones Citibank (11,9 %) y Scotiabank (5,3 %). El crédito de México se decide en los consejos directivos de estas 4 entidades. Ningún banco extranjero en toda la región llega a tener una participación de mercado tan grande como la que tiene el BBVA, casi un quinto del mercado en manos de un solo banco extranjero.

Rentabilidad extraordinaria

  • Desde 2000 la rentabilidad de la banca mexicana ha resultado muy similar al promedio latinoamericano, que es la región con la mayor rentabilidad del planeta después de África.
  • Entre 2010 y 2018, la rentabilidad de la banca mexicana fue del 2 % (medida sobre el activo total y antes de impuestos), una cifra que triplica la rentabilidad de la banca de sus vecinos del norte (0,7 % de Canadá y EE. UU.) y de Europa (0,7 %) y también supera la rentabilidad de los países del sudeste asiático (1,4 %) y del Medio Oriente (1,3 %).
  • En 2019, la rentabilidad mexicana se ubicó en el 1,9 % del activo (ROA[2]), un registro menor al promedio latinoamericano (2,4 %). No es una buena noticia, porque ese año la rentabilidad de la banca europea, fue del 0,4 % y la de España, del 0,5 %. La banca mexicana fue 4 veces más rentable que la banca de los países desarrollados. En 2021 la rentabilidad ya superó ligeramente los niveles de 2019.[3]
    • Utilizando el indicador de rentabilidad sobre el patrimonio (ROE) ,[4] vemos que un accionista de la banca mexicana necesita 5,5 años para recuperar su inversión frente a los 18,5 años que necesita la banca europea y los 15 años que necesita la banca española.
  • En 2019 la rentabilidad de la banca mexicana sumó USD 11,1 mil millones, de los cuales USD 7,3 mil millones fueron la rentabilidad de la banca externa, USD 3,5 mil millones de la banca doméstica privada y USD 300 millones, de la banca pública. En 2021 la masa de rentabilidad aumentó respecto a 2019, pero debido a la depreciación del peso se acercó a los USD 11 mil millones.
    • La banca externa cosecha en México 2/3 de las utilidades bancarias. Es una característica que marca la diferencia, porque en países con predominio de la banca doméstica, como en Brasil, esa rentabilidad extraordinaria de la banca puede devolverse al circuito económico, mientras que, en el caso de México, se filtra al exterior en forma de repatriaciones de utilidades que debilitan las cuentas externas y distraen recursos valiosos que no vuelven al circuito económico doméstico.
  • En términos del PIB, la rentabilidad del sistema bancario fue del 0,9 % en 2019 (y también en 2021), una de las más bajas en contraste con el resto de la región, donde la masa de la rentabilidad bancaria llega a representar un 1,6 % del PIB en promedio. Esto se debe a que el tamaño de la banca mexicana, medido por sus activos en relación con el PIB, también está entre los más bajos de la región.
    • En efecto, el total de activos de la banca mexicana representa un 48 % del PIB, la segunda cifra más baja de la región. Si México mantuviese la tasa de rentabilidad, pero aumentase de tamaño hasta alcanzar el que tiene la banca de Chile, acumularía una rentabilidad superior al 2 % del PIB, la más alta de la región después de Brasil.
  • Es alarmante la diferencia de rentabilidad entre países que obtienen los grandes grupos bancarios extranjeros. El conglomerado español BBVA, por ejemplo, necesita invertir 8,6 dólares para obtener un dólar de rentabilidad anual, pero en México, apenas le basta con invertir 3,2 dólares para extraer uno de rentabilidad. El grupo Santander, necesita invertir 8,8 dólares para obtener uno de rentabilidad, pero en sus operaciones en México, solo necesita invertir 5,2 dólares.
    • La rentabilidad extraordinaria que tuvieron estos bancos durante el año de la pandemia fue la que les permitió a esas corporaciones sostener balances superavitarios.
    • ¿Por qué una misma institución bancaria puede extraer el triple de rentabilidad con solo cambiar el domicilio de país?, no parece un misterio, más bien, se asemeja a un crimen que tiene de víctima a la sociedad.

Tributación

  • El aporte en términos de impuesto a la renta que hizo en 2019 la banca mexicana representó 2,8 mil millones de dólares, una cifra que representa una alícuota efectiva del impuesto a la renta del 23,9 %, que está entre las más bajas contribuciones de la región.
    • En efecto, en Bolivia, la tasa efectiva del impuesto a la renta de la banca contribuyó con un 42 % de la rentabilidad bruta, mientras que en Colombia subió al 33 % y en Colombia y Chile subieron al 26 % y 25 % respectivamente.
  • En términos del PIB, la tributación de la banca mexicana apenas representó el 0,2 % del PIB, nuevamente una de las cifras más bajas junto a Argentina y Paraguay, que son los dos países que campeonan la menor tasa efectiva de impuesto a la renta de la banca.
  • La diferencia con las tasas efectivas de Bolivia y Colombia, dos países con bancas sólidas, indica que queda mucho recorrido por hacer en términos de tributación a la banca. En el caso particular de Bolivia, la recaudación se explica porque duplican la tributación del impuesto a la renta de la banca cuando tienen beneficios extraordinarios (definidos cuando exceden un ROE del 6 %), una iniciativa que tiene mucho sentido económico, porque la banca es un sector intermedio y transversal, brinda servicios a todos los sectores de la economía, incluido el sector público y, por lo tanto, es evidente que una rentabilidad extraordinaria, se produce a costa del resto de la economía y, por lo tanto, un impuesto especial a la renta extraordinaria de la banca tiene el propósito de disuadir la conducta y permite compensar a la víctima, es decir, la sociedad.

La banca vacunada

  • A medida que la pandemia asolaba el mundo en 2020, cuando las fábricas paraban, los comercios y teatros cerraban sus puertas y los trabajadores perdían sus empleos, ningún banco tuvo problemas en Latinoamérica, y México no fue una excepción. En 2020, la banca mexicana tuvo 7 mil millones de dólares de beneficios. En toda la región, los bancos de Latinoamérica se vacunaron contra el COVID-19. La rentabilidad disminuyó ligeramente, como veremos más adelante, pero en 2020 la banca siguió manteniendo niveles de beneficios extraordinarios, ¡el doble de rentabilidad de la que tiene la banca de Europa en un año normal! En 2020 los bancos de la zona euro prácticamente no tuvieron beneficios (+0,1 % ROA) mientras que el conjunto de la banca española obtuvo pérdidas equivalentes al -0,3 % (ROA). En cierta medida, el sistema financiero europeo acompañó el sufrimiento de sus sociedades, a diferencia de América Latina y México, que sostuvieron beneficios extraordinarios en esos momentos cuando más apoyo, cuando más crédito necesitaba la sociedad para sobrellevar el chaparrón. Este comportamiento autista e indiferente de las finanzas mexicanas y latinoamericanas revelan que otra regulación de la banca es indispensable, porque el sistema actual, tiene a los bancos centrales como garantes de la rentabilidad bancaria.
  • Si bien en 2020 los bancos redujeron sus ganancias respecto a 2019, mantuvieron beneficios extraordinarios. En el caso de México, la masa de rentabilidad se redujo un poco más de un tercio respecto a 2019 (-37 %), pero esta disminución fue menor que la caída de rentabilidad que tuvieron Brasil (-59 %), Chile y Uruguay (-65 %), Colombia (-49 %) y Perú (-74 %). En este sentido, si usamos esta variable -lo poco que se redujo la rentabilidad-, como un indicador del egoísmo, solo Ecuador y Argentina fueron más egoístas que la banca mexicana en plena pandemia.

Reflexiones finales

El aporte del sector financiero a la sociedad está sobrevalorado. Sus accionistas no hacen grandes inversiones –porque el grueso de sus inversiones las financian los ahorros de los depositantes–, no corre grandes riesgos –porque siempre son protegidos por los bancos centrales que prefieren rescatarlos y evitar contagios–, son una fuente de inestabilidad permanente –son responsables de generar la crisis de 2008 entre muchas otras– y, por si esto fuera poco, su rentabilidad extraordinaria se genera a cambios de costos extraordinarios para el resto de la sociedad que observa pasivamente cómo el crédito escaso y costoso disminuye su capacidad de consumir e invertir. Actualmente no es más que un nuevo método de extracción de rentas nacionales, que se apropia de mucho más de lo que aporta al país.

Las características del sector financiero mexicano, de talla Small, extranjero, extraordinariamente rentable, vacunado contra COVID-19 y egoísta en plena pandemia, no cumple con los atributos que debería tener para contribuir al desarrollo del país. Al igual que en el resto de Latinoamérica, la banca mexicana necesita cambiar para servir. Como nos ilustra Álvaro García Linera en el prólogo del libro que funda este artículo: “La modernización del sistema bancario pasa por utilizar el poder legal del Estado para subir sustancialmente los impuestos, para nivelar al promedio mundial las tasas de recuperación del capital, para direccionar el crédito hacia la producción y el empleo, es decir, para convertir a la banca en una herramienta de financiamiento, de reducción de desigualdades y de mayor justicia social”.


[1] Este trabajo tiene como fuente el libro La mano visible de la banca invisible, renta y lucro extraordinario de las finanzas de América Latina (Oglietti y Páez, Editorial CELAG, 2021), que realizó una investigación basada en los registros contables de los bancos centrales de una selección de 10 países (Brasil, México, Chile, Ecuador, Argentina, Bolivia, Uruguay, Colombia, Paraguay y Perú) sobre los cuales nos referiremos indistintamente como Región o Latinoamérica, por conveniencia de la exposición.

[2] Utilizamos dos indicadores de rentabilidad, ROA y ROE por sus siglas en inglés, que representan la rentabilidad sobre el activo y la rentabilidad sobre el patrimonio respectivamente, medidos antes de impuestos en los dos casos.

[3] Disponible en: https://www2.deloitte.com/content/dam/Deloitte/mx/Documents/financial-services/2021/Banca_Mexicana_3er_trimestre-2021.pdf

[4] Si utilizamos el indicador de rentabilidad sobre el patrimonio neto (ROE), que muestra la rentabilidad antes de impuestos que extraen los accionistas, las cifras muestran la misma lectura: El ROE de la banca mexicana sube al 18 %, inferior al promedio de la región (24,8 %) y ligeramente inferior al promedio (20 %) que resulta de excluir la más que extraordinaria rentabilidad de Argentina (44 %). En 2019 la rentabilidad de los accionistas europeos era del 5,4 % del patrimonio y en el caso de España, de donde proviene la banca más importante de México, representaba el 6,8 %, impulsada por los beneficios que obtiene esa banca en Latinoamérica.

Guillermo Oglietti

Dr. en Economía Aplicada (UAB). Sub Director de CELAG (Argentina)

Guillermo Oglietti es doctor en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), postgraduado del Instituto Torcuato Di Tella de Buenos Aires y licenciado en Economía por la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC, Argentina). Dirigió el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Territorio, Economía y Sociedad de la Sede…