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Las redes sociales reinventan y amplifican los lazos sociales. A través de ellas hombres y mujeres buscan sexo, pareja y política. El gran trío de todas las búsquedas. Son manera de experimentar el lazo social y político. Vidas 2.0 que son reales, tan reales como el efecto real de lo virtual. Parejas virtuales/reales, ciber sexo y reclutamiento de militancia digital hablan de las maneras en que los hombres y mujeres se relacionan entre sí, como con el mundo de lo público. Existe una polis (virtual) que posee impacto en la vida cotidiana y política. Una parte importante de la población mundial transpira y derrocha emociones entre el Twitter, el Facebook y redes que solo promueven el vínculo. Casi no existen redes para “llaneros solitarios”.
Sexo, pareja y política están poderosamente asociados. Constituyen la persecución de una sociabilidad y una afectividad que erosionan, rompen o amplifican las tradicionales formas de lograrlas. Las maneras de establecer vínculos amorosos y sexuales han cambiado, como lo ha hecho la política. La posmodernidad ha diluido no solo las viejas lealtades partidarias e identitarias, sino fundamentalmente las lógicas de producción de dichas lealtades. Lo frágil, lo perecedero como la disolución de cierta idea sacrificial de la militancia reformula las formas de hacer política. Lo importante es el deseo, modelado por ese capricho de la inmediatez que introduce el consumo. Consumimos mercancías pero también formas o modelos para tener sexo, lograr pareja o hacer política. Consumimos –en términos generales- maneras de lograr la sociabilidad.