- El pasado martes 31 de marzo, a instancias del Poder Ejecutivo, y con la presencia de los tres poderes del Estado, el sector empresarial y representantes de los partidos políticos, el Gobierno paraguayo dio comienzo a una “Reforma Estructural del Estado Paraguayo”. Una Reforma con una orientación inequívoca, como lo aseguró el propio vicepresidente de la República: “la iniciativa del Gobierno es achicar el aparato estatal, optimizando la inversión pública, eliminando gastos superfluos, nivelando los salarios del sector a la realidad, entre otros cambios”[1].
- Los cambios serán discutidos preferencialmente atendiendo a cuestiones económicas –“se estableció al Equipo Económico Nacional como el centro de todo el trabajo”[2]– y ya se ha anunciado la participación preferencial del sector empresarial.
- El anuncio ha logrado colocar como eje central de la agenda político-pública la discusión sobre la “Reforma Estructural del Estado”. En términos comunicacionales, esta reforma ha sido presentada por la mayoría política neoliberal paraguaya -que incluye a una parte del PLRA- identificando como chivo expiatorio al servidor público, culpable de la ineficiencia estatal. Contra él es el foco de la crítica. Se publicita que es momento de “achicar el Estado”, a pesar de que esto suponga ir a contramano de lo que indican la mayoría de las respuestas propuestas ante una crisis sanitaria que se va trasladando a una crisis social.
- Esta aparente contradicción entre los sentidos comunes globales y la iniciativa paraguaya podría constituir una oportunidad para abrir la discusión sobre la necesidad de fortalecer el Estado por parte de los sectores progresistas paraguayos, incluyendo a los del PLRA liderados por Efraín Alegre. En este sentido, es preciso destacar que se han presentado alternativas tributarias como las propuestas del Frente Guasú de impuestos extraordinarios por la pandemia a las grandes fortunas, a las bebidas alcohólicas y azucaradas o al tabaco, o la de una nueva tasa a los exportadores de soja, retomada actualmente por Efraín Alegre.
- En la práctica, la Reforma emerge con claros intereses conservadores, tanto de mantenimiento de situaciones consolidadas de privilegio de los grandes propietarios y accionistas como, sobre todo, porque no aborda una cuestión central (para que mejore, por ejemplo, la ecuación gasto/ recaudación): el sistema tributario.
- Más bien al contrario, algunos sectores políticos (PPQ y sectores de la ANR) anunciaron que aprovecharán la coyuntura para proponer una reducción de impuestos a las empresas, con el argumento de la fuerte caída esperada en el PIB este 2020. De la mano llegarían otras reformas: sistema de jubilaciones y pensiones y/o la privatización de empresas públicas. Estamos ante una vuelta de tuerca del modelo neoliberal en Paraguay con la excusa de la pandemia. Pura Doctrina del Shock.
- Los actores clave para la instalación mediático-pública de la Reforma han sido las grandes plataformas mediáticas, como ABC y Ultima Hora, que vienen hace tiempo insistiendo en el gasto excesivo, en la corrupción de la política y en la ineficiencia del Estado. El tema tributario adelantado por Efraín Alegre y el Frente Guasú no entraría en discusión para estos sectores, ni ahora como excepción por la pandemia ni en un futuro como tema de definición de Estado en el marco de la Reforma. Más bien al contrario, a la criminalización de los funcionarios públicos añaden un nuevo frente, el del supuestamente inasumible déficit público que “provocarían” y que habría que corregir.
- En la práctica, ambos argumentos son falaces. El gasto público en Paraguay representa un ínfimo porcentaje del PIB -menos del 20%, lejos del promedio regional- y aún más de los países desarrollados en los que llega a alcanzar el 40% del PIB [3] [4].
- De otro lado, el porcentaje de funcionarios públicos en Paraguay en relación con el total de empleos es bajo (12%) en comparación a la media, por ejemplo, de los países de la OCDE; entre aquellos que presentan los mejores índices de desarrollo humano –como los países nórdicos- éstos se acercan al 30%. Al respecto, es bien conocida la correlación entre peso del Estado en el PIB, y crecimiento del mismo. En ese sentido es que hay muy poco margen para que se justifiquen aquellos discursos a favor de un achicamiento del Estado en Paraguay. Porque, a fin de cuentas: “una Reforma que no es progresiva, termina siendo conservadora”.
[1] https://www.lanacion.com.py/politica/2020/03/31/inicia-debate-por-la-reforma-estructural-del-estado/
[2] https://www.ip.gov.py/ip/inicio-dialogo-buscando-consensos-para-una-reforma-estructural-del-estado/
[3] https://datos.bancomundial.org/indicator/GC.XPN.TOTL.GD.ZS
[4] CEPAL (2018). “Gastos e ingresos públicos en América Latina desde fines de los años ochenta hasta 2015”. Macroeconomía del Desarrollo. Santiago, Chile.