A un año de las próximas elecciones nacionales en Uruguay se hacen fuertes algunas hipótesis que el conjunto de los partidos van aceptando casi como una verdad: (a) nadie ganará en primera vuelta y (b) ningún partido tendrá mayorías parlamentarias. Esta valoración, además del típico ‘olfato’ político de los dirigentes, se sustenta en la información que arrojan las diferentes encuestas de intención de voto. De lo anterior se derivan diferentes escenarios que los partidos tienen que evaluar, pero uno muy importante -a la luz de la experiencia de los últimos tres gobiernos de izquierda- es que quien gobierne lo tendrá que hacer en acuerdo con otros partidos. Esto es una novedad para el Frente Amplio (FA) ya que, hasta ahora, ha tenido mayorías parlamentarias y por ello será un desafío importante asumirlo y, luego, gobernar. Todo esto en un momento de creciente antipatía, malestar democrático de la gente y, también, odio democrático de ciertas élites.
¿Qué nos pueden decir hoy las encuestas?
Las empresas encuestadoras comienzan una zafra en la que logran incidir más fuertemente en la dinámica política, a pesar de que también están pasando por un período de pérdida de credibilidad y no están logrando, desde hace tiempo, acertar en sus pronósticos (y tampoco logran explicar sus fallos). Aún así, son una herramienta ineludible para el análisis.
Una forma de escapar a la fotografía puntual de una encuesta es considerar varias mediciones a lo largo del tiempo, en períodos similares y de más de una empresa. De esta forma podemos intentar conocer los contextos y comparar con los resultados finales. Un elemento a tomar en cuenta es la alta partidización del voto y la fuerte estabilidad del electorado en Uruguay. Según señala Botinelli[i] “la volatilidad entre las elecciones de 2009 y las del 2014 fue del 4,28%“. Para esto utilizamos la información contenida en el banco de datos de la Facultad de Ciencias Sociales[1] y elaboramos los cuadros que acompañan la nota. Cabe señalar que, faltando un año, las cosas pueden cambiar porque la realidad política no es estática y dependerá de lo que hagan los partidos con la información hoy disponible, pero el análisis y, sobre todo, lo que se traslada al espacio público en el debate se sustenta mucho en esta información.
Tomamos las mediciones de tres empresas de larga data en el país[2], observamos los datos de sus mediciones un año antes de las elecciones del 2009 y del 2014 y las comparamos con los resultados finales, a la vez que tomamos en consideración las mediciones recientes que se ubican en el mismo período.
En general, las mediciones anteriores le dieron al Frente Amplio entre 5 y 7 puntos menos que los que finalmente alcanzó. Si le diéramos el mismo nivel de desempeño a las encuestas, el FA estaría bastante lejos de mantener sus desempeños electorales anteriores.
Se afirma, así, una hipótesis -con sus respectivos corolarios- que comienza a ganar terreno en los análisis que, sin duda, estructurarán profundamente la próxima campaña electoral. A saber: considerando los datos que observamos en las tablas, y tomándolos en perspectiva, hoy la hipótesis más fuerte es que ningún partido ganará en primera vuelta, y la segunda es que ningún partido tendrá por sí solo mayorías parlamentarias. El Frente Amplio ha contado con mayorías parlamentarias en sus tres gobiernos.
De las encuestas no puede desprenderse un resultado final claro y el escenario está abierto, aunque pueden hacerse algunas proyecciones: quizás la primera vuelta de octubre de2019 sea la primera vez que una parte importante del electorado asista a la misma decidiendo de modo consciente la conformación del Parlamento, independientemente de la decisión sobre de quién comandará el Ejecutivo -sabiendo que en segunda vuelta se definirá esto último-. En este escenario, los partidos menores buscarán apostar al Parlamento, tal vez sin mayores compromisos con los partidos que, efectivamente, competirán por el Gobierno. Es por ello que en la segunda vuelta será el FA quien tenga mayores probabilidades de obtener la victoria. Esta es otra novedad a la que el electorado y los partidos se han de acomodar.
Gobierno de coalición
Si ningún partido gana en primera vuelta y si, además, el ganador no tendrá mayorías parlamentarias propias, el próximo Gobierno será de coalición. Una coalición entre partidos estables, o bien de sectores de partidos. El FA hasta ahora ha podido evitar las censuras a los ministros gracias a la mayoría parlamentaria, y pocas veces ha precisado del apoyo de algún partido para legislar. Pero este escenario va a cambiar indefectiblemente.
Lo anterior ya está asumido por los partidos de la oposición, en particular por el Partido Nacional, que es el partido de oposición mayoritario, y ya lo incorporaron en su relato político. Por eso el debate al interior de la oposición, en este sentido, es si tienen que acercar posiciones políticas y programáticas antes de la primera vuelta o después. Si lo hacen antes corren el riesgo de no diferenciarse, y si lo hacen después se arriesgan a llegar tarde.
Para la oposición es más fácil asumir esa situación que para el Frente Amplio. Para la oposición, un eventual Gobierno de coalición significa, antes que nada, haber derrotado al Frente Amplio. Para el FA, en cambio, va a ser más difícil asumir esa realidad de forma anticipada y, en caso que gane en esas circunstancias, habrá llegado más tarde al diálogo con los otros partidos para alcanzar los apoyos necesarios para triunfar en segunda vuelta; pero, sobre todo, para garantizar la gobernabilidad durante la próxima gestión. De todas formas, nada es tan estático y, en caso de ganar, incluso sin mayorías podrá intentar tejer los acuerdos desde el Gobierno.
Novedades políticas
Hace un tiempo señalé que la oposición iba a contar con una estrategia de cuatro hileras. Por un lado, el papel de los partidos tradicionales, con sus identidades históricas y renovadas entre las que se destacan (i) el regreso del expresidente Julio Sanguinetti a la militancia orgánica del Partido Colorado, lo que podría terminar en su precandidatura por dicho partido; (ii) el aterrizaje de un millonario sin ningún recorrido político que actualmente está desplegando una gran estrategia publicitaria para fijar su nombre, Juan Sartori (que además de descolocar al propio Partido Nacional[ii] le agrega al Uruguay tan falto de farándula una cuota importante de esta[iii]); (iii) la aparición de espacios a la derecha del espectro por fuera de los partidos tradicionales, hoy reunidos en el Partido de la Gente (aunque pueden aparecer expresiones pequeñas y nuevas, por ejemplo, los militares retirados del Movimiento Unidos Podemos[iv]); (iv) un fortalecimiento del espacio de centro buscando equidistancia entre el Frente Amplio y la derecha de los partidos tradicionales, como es el caso del Partido Independiente, que recibe en sus filas a destacados referentes del Frente Amplio y del Partido Colorado (pero cuyo énfasis es sacar al FA del Gobierno), y; (v) partidos autoidentificados a la izquierda del Frente Amplio.
La capacidad de diálogo y articulación de estos partidos será fundamental en la próxima campaña. Ya han actuado conjuntamente contra el Gobierno y ahora discuten si deben o no pactar acuerdos conjuntos antes de las elecciones.
Es inevitable en estas horas agregar el efecto contagio de la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil, que envalentona dos discursos extraños hasta ahora en Uruguay: posiciones públicas de derecha y la promoción abierta de un discurso antiizquierdista (antiFrente Amplio). Bolsonaro nos dará más novedades, y sus nuevos fieles en Uruguay también, pero ya comienzan a tener prensa discursos de ‘mano dura y plomo’[v]. El relato de Bolsonaro de mano dura, privatizador, antiizquierdista, o su apoyo en las tres B (balas, bueyes y biblia) está disperso en Uruguay; nadie concentra por sí solo ese discurso o ese apoyo, pero el Partido Nacional es quien más podría lograr reunir ese discurso entre sus múltiples referentes (aunque corre el riesgo de espantar al centro como partido).
El cansancio, el malestar y el odio
La expresión de malestar, cansancio o agotamiento del Frente Amplio no es identificable por un solo lado. Hay malestar por izquierda, por centro y por derecha. Hasta ahora, los ‘molestos’ en sus gran mayoría pronunciaban que no votarían al Frente Amplio, pero no se pasaban a ninguna de las opciones existentes de la oposición. Esto puede cambiar, sobre todo por el fortalecimiento de una agrupación de ‘centro’ (en tanto se pretende colocar entre el FA y los partidos tradicionales) que hoy representa el Partido Independiente y sus nuevos aliados. Esta puede ser una pista de aterrizaje para una parte importante del desencanto frenteamplista que no se quería sumar a los partidos tradicionales, y que apostarían a lo que se mencionó anteriormente de votar en dos etapas, conscientemente diferenciadas.
El malestar se identifica principalmente con tres niveles: (a) el de la inseguridad y la falta de soluciones por parte del Frente Amplio, muy a tono con toda la agenda continental de aumento de los delitos, que es campo de cultivo de las expresiones de mayor dureza policial o de la militarización de la policía; (b) el cambio cultural procesado durante los gobiernos del FA que, en tanto se mejoraban los indicadores socioeconómicos, cambiaba la percepción hacia los pobres y la pobreza, y lo que antes parecía ser claramente una expresión de la injusticia y del resultado de las políticas, hoy mayormente se identifica la pobreza como una falta de esfuerzo personal[vi], y se refleja en las críticas a las políticas sociales. Esto es una derrota cultural del Frente Amplio, y; (iii) cuestiones como la ética y la corrupción también forman parte del malestar y hacen posibles a los outsiders o los discursos de apariencia antisistema.
El odio, en cambio, es el que profesan y alimentan los sectores de derecha que asumen que la democracia avanzó demasiado con el Frente Amplio y, para salvarla, prefieren golpearla. Le sirven la mesa a los sectores conservadores y religiosos para que destilen su odio con tranquilidad. También el odio les pertenece a los grandes sectores económicos e ideológicos que no aceptan que la izquierda gobierne y solicitan, por ejemplo, retrocesos en la legislación laboral o participación militar interna.
La ética y la política
Por último, la ética se instaló en el centro del debate político. La ética y la corrupción serán el acicate que deberá enfrentar la izquierda. El Frente Amplio debe mostrar que no le tiembla el pulso para resolver los aspectos éticos siguiendo sus propios reglamentos, en tanto que se somete sin pudor a la justicia -que es quien determina la existencia de hechos de corrupción-. Ya perdió a su vicepresidente.
La renovación de referentes que el FA está transitado deberá dar la talla en estos aspectos. Aunque la derecha sea contumaz en sus faltas éticas y en casos de corrupción, a la izquierda se le perdona menos, y que ella misma se lo perdone mucho menos aún. Esto, junto a los desafíos de apostar a más en la construcción de igualdad y, a la vez, ser capaz de sostener los temas macroeconómicos estables, serán aspectos centrales en la campaña.
Falta un año
Falta un año para las elecciones y ya se observan tendencias claras como las que hemos mencionado. La primera etapa del proceso electoral serán las internas de los partidos en Junio de 2019, y todo parece indicar que la única relativamente competitiva será la del Frente Amplio.
Los ejes sobre los que se discutirá hasta el año próximo ya están marcados, y el Frente Amplio deberá enfrentarse a toda la oposición junta de punta a punta, con la responsabilidad, no menor, de sostener en la región la bandera progresista y de izquierda al frente de un Gobierno. Tiene el aviso del humo en el vecindario para procesar las críticas, las autocríticas e impulsar su práctica, ya que como nunca la situación política de la región va a ser un tema central en la próxima campaña electoral, que ya empezó.
[1] http://cienciassociales.edu.uy/bancosdedatos/intencion-de-voto-a-partidos-en-elecciones-nacionales/
[2] CIFRA, EQUIPOS y FACTUM.
[i] http://factum.uy/analisis/2018/ana180811.php
[ii] https://ladiaria.com.uy/articulo/2018/10/en-el-partido-nacional-desconocen-la-presunta-precandidatura-de-juan-sartori-y-hay-malestar/
[iii] https://www.elpais.com.uy/informacion/uruguayo-caso-isla-skorpios-millonaria-rusa.html
[iv] https://ladiaria.com.uy/articulo/2018/6/movimiento-de-militares-retirados-busca-alinearse-con-los-partidos-tradicionales-o-novick/
[v] https://www.montevideo.com.uy/Noticias/El-Bolsonaro-uruguayo-explico-su-propuesta-de-mano-dura-y-plomo–uc701963
[vi] Encuesta Mundial de Valores. http://200.40.96.180/images/Estudio_Mundial_Valores_Informe_final1.pdf Páginas 60-64