Imágen: TeleSUR El martes pasado, 8 de enero, el Departamento de Estado de Estados Unidos publicó un comunicado de prensa sobre la situación en Venezuela luego de la entrada en funciones de la nueva Asamblea Nacional (AN). En una redacción de dos párrafos elaborada por John Kirby de la Oficina de Asuntos Públicos, se convoca … Seguir leyendo

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El martes pasado, 8 de enero, el Departamento de Estado de Estados Unidos publicó un comunicado de prensa sobre la situación en Venezuela luego de la entrada en funciones de la nueva Asamblea Nacional (AN). En una redacción de dos párrafos elaborada por John Kirby de la Oficina de Asuntos Públicos, se convoca a “que todos los partidos respeten la independencia, la autoridad y las prerrogativas constitucionales de la Asamblea Nacional” y concluye pidiendo la liberación de los presos políticos en ese país[1]. Vale recordar que un día después de las elecciones del 6 de diciembre de 2015 para la AN, nada más y nada menos que el Secretario de Estado John Kerry emitió un comunicado aseverando “que los votantes venezolanos expresaron su abrumador deseo de un cambio en la dirección de su país”[2]. Kerry, en su probablemente abarrotada agenda, se hizo un tiempo para demostrar que desde Estados Unidos estaban muy atentos a los acontecimientos en Venezuela.

La pregunta que surge es por qué un país con tantas preocupaciones y “ocupaciones” en la esfera geopolítica mundial como lo es Estados Unidos, dedica tiempo y recursos a Venezuela. Pensemos, por ejemplo, que no hubo pronunciamientos por parte del Departamento de Estado cuando hace un mes se desató una crisis institucional y política en Brasil.

Lo cierto es que no se trata de comunicados de prensa aislados. La campaña contra Venezuela incluye diversos frentes de acción. El 8 de marzo de 2015 el gobierno de Obama emitió un decreto (Executive Order 13692) en el que se declaraba a Venezuela como amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos y se autorizaba a “bloquear las propiedades y suspender la entrada de determinadas personas que contribuyan a la situación actual en Venezuela”[3].

Cuatro días después, el Comandante del Comando Sur, John F. Kelly en su exposición anual ante el Comité de Servicios Armados del Senado, manifestó especial preocupación por Venezuela: “Los recortes en los programas sociales debido a la caída de los precios del petróleo y la escasez de productos puede llevar al incremento de tensiones y violencia en las protestas obligando a Maduro y su partido a implementar más medidas de represión contra sus opositores”[4]. Esto no sucedió, pero es interesante notar el modo en que se vaticinaba el escenario de caos (que de uno u otro modo justifica la intervención para “poner orden”).

Unos meses después, Roberta Jacobson, Subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, en un encuentro dedicado a la “transparencia y gobernanza” en las américas, también manifestó que otros países de América Latina deberían” exigir que en Venezuela exista la libertad para protestar y expresarse”[5]. Si la preocupación sobre el avasallamiento de las libertades y los derechos de los ciudadanos fuese genuina, es difícil comprender cómo en dicha ocasión la funcionaria no convocó de igual modo a que los países presionaran por hacer cumplir ese derecho en México, considerando la aberración de la masacre de Ayotzinapa.

Por último, la prensa hegemónica también contribuye a esta batalla permanente para generar una opinión pública ultra-negativa sobre el actual gobierno de Venezuela. El New York Times le dio espacio en sus columnas de opinión a un artículo de Leopoldo López (septiembre 2015)[6]. Sobra decir que no cualquiera tiene los contactos para publicar en uno de los diarios más leídos de Estados Unidos y el mundo.

Esta enumeración de declaraciones tiene por objeto brindar datos concretos sobre la “desmedida” atención que presta el gobierno estadounidense a Venezuela, un espacio fundamental para los intereses geoeconómicos y geopolíticos de la potencia del Norte que persiste en su política imperial. Lo anterior no implica desconocer los errores cometidos y los desafíos que quedan por delante a la Revolución Bolivariana, que deberán ser enfrentados con la seriedad y la capacidad necesarias para resolver los conflictos que aquejan a su población. Pero sí queremos dejar claro que esta lucha del pueblo venezolano es doblemente dura, no solo por la presión de la derecha para conducir al “cambio” de país, sino por la presión que ejerce sobre este territorio uno de los países más poderosos del mundo.

* Venezuela: ¡te estamos observando!

[1] http://www.state.gov/r/pa/prs/ps/2016/01/250972.htm

[2] http://www.state.gov/secretary/remarks/2015/12/250405.htm

[3] http://us-presidents.insidegov.com/l/2/Barack-Obama

[4] http://www.southcom.mil/newsroom/Pages/2015-Posture-Statement-to-Congress-.aspx

[5] https://www.wilsoncenter.org/event/transparency-governance-and-foreign-policy-meeting-the-challenge-the-americas

[6] http://www.nytimes.com/2015/09/25/opinion/even-in-jail-i-will-fight-for-a-free-venezuela.html?_r=0

Silvina Romano

Dra. en Ciencia Política (UNC) (Argentina)

Silvina Romano es investigadora del Consejo Nacional en Investigaciones Técnicas y Científicas (CONICET) en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la Universidad de Buenos Aires (IEALC-UBA). Es posdoctora por el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la Universidad Nacional Autónoma de…